Palmira García sigue entre los avilesinos, a los que entregó parte de su vida. Una leucemia se acabó llevando a una mujer que dedicó muchos años a la búsqueda de sangre para sanar a otros. Familiares, compañeros y amigos rindieron ayer homenaje a la expresidenta de la Asociación de Donantes en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés; un acto en el que quedó patente que su recuerdo seguirá latente por mucho tiempo que pase. "Se sentía muy querida, algo debió hacer bien. Recordémosla siempre con mucho cariño", pidió al numeroso público su hija, Patricia Martínez.

La alcaldesa, Mariví Monteserín, destacó la figura de una mujer "siempre sonriente y positiva" y lamentó haber perdido a "una de las mejores ciudadanas de Avilés", que "no pensaba en su lucha, sino en la de los demás". Palmira García era la pequeña de cinco hermanos, todos varones, la niña mimada de la casa, la que siempre ponía las ocurrencias y las notas de humor en las reuniones familiares. Así era entre los suyos, igual que en la calle, según relató su orgullosa hija. "Era muy cercana, nunca fue de aparentar, era una más, una donante más, una ciudadana más. La enfermedad le vino pronto, con 52 años, y relacionada con la labor que llevaba a cabo. Triste gracia desarrollar un cáncer en la sangre. Pero afrontó la enfermedad desde el optimismo", aseveró.

Patricia Martínez está segura de que fue precisamente la dedicación a la Asociación de Donantes lo que alargó la vida de Palmira. "Quiso estar hasta en el último maratón, que se lo pasó sentada. Si no fuese por la compensación moral habría fallecido antes, lo tengo claro", concluyó.

El nuevo timonel del colectivo, Carlos Vigil, es consciente de lo alto que le ha dejado el listón su compañera: "Era incansable, siempre decía: 'Yo me pinto el labio y pa'lante'". La gerente del Centro Comunitario de Transfusiones, María García, era para Palmira García "la jefa". "Su entereza era una de las cosas que más me sorprendía de ella. En el último maratón estaba hecha polvo, y ahí estaba, con el morro pintado. Palmira se ha ido para estar siempre entre nosotros, la donación de sangre en Avilés y Palmira irán siempre unidos", aseveró.

Muy sentido se mostró también el presidente de la Federación Regional de Donantes, Faustino Valdés, que tantos viajes hizo a Madrid junto a la homenajeada. "Yo era su guardaespaldas. Siempre me decía: 'Lo que tu digas cuquín'. Y ya no vamos a viajar más... Murió trabajando por los demás. Ella nos está viendo, lo tengo claro, y siempre estará conmigo", apuntó. "La sociedad avilesina le debe mucho. Sacrificó su tiempo y su enfermedad y merece todo nuestro respeto", señaló el presidente de Amigos del País, Antonio Sabino.

El exconcejal Román Antonio Álvarez también destacó que "todo el mundo la quería". "Personas como ella no se repiten a menudo. Me gustaría que Avilés reconociese con un símbolo su trabajo por la salud de todos", propuso. La homenajeada tuvo hasta un poema, escrito por el politólogo Fernando Balbuena y que leyó Juan García, de Amigos del País: "Vi un río caudaloso que corría hacia un mar de sentimiento humano./ Era sangre manando de tu mano que a quien necesitaba corría/ Y entre todas las gentes yo veía tu propio corazón dulce y cercano, / que igual que un bello día de verano a todos calentaba y acogía.../ Pero Dios llama pronto a los que quiere, como un ángel volaste a su regazo/ Pero tu ausencia nuestras vidas hiere/ Como un inmerecido latigazo porque algo dentro del corazón muere/ al perder el encanto de tu abrazo".