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Mil joyas echan raíz en el Ferrera

El parque más importante de la villa, con 84.164 metros cuadrados, cuenta con casi un millar de árboles de 90 especies y 28 tipos de arbustos

Un ave alza el vuelo en el estanque. M. VILLAMUZA

El parque Ferrera es pista de entrenamiento, zona de juegos, jardín de infancia, prado de fiesta, escenario para el espectáculo o lugar para el descanso o los besos. Y también es un verdadero jardín botánico: el pulmón verde de la ciudad desde el siglo XVIII y el sitio de todos los recreos desde que el 19 de mayo de 1976 -el jueves se cumplen cuatro décadas- los antiguos reyes de España lo abrieran de par en par y la ciudad comenzara a cambiar: 951 árboles de 90 especies distintas y 1.147 arbustos de 28 especies significativas.

El exalcalde Fernando Suárez del Villar fue el encargado de abrir las negociaciones con los propietarios del mayor coto vedado de la ciudad: los muros separaban el área de descanso de los marqueses de las del resto de los vecinos de la villa. Suárez del Villar fue comisionado por el Pleno municipal de abril de 1972 para alcanzar un acuerdo con sus propietarios. Pero todo eso ya es historia y ahora el parque entero es por completo de los ciudadanos del concejo.

El servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Avilés tiene contabilizados cada una de las especies vegetales que viven y crecen en el jardín señero. Hay 600 bojes, 107 aligustres o 75 falsas acacias, un bosque entero que se desperdiga en una superficie de 84.164 metros cuadrados a la vista de todos Cada mil avilesinos tocan a un árbol del Ferrera por tesoro botánico, una joya de primera para enseñar a visitantes que desconocen que en la ciudad hay algo más que chimeneas.

El día de la apertura del parque Ferrera también lo fue del Hospital San Agustín y de la Casa del Mar: una jornada crucial para la reciente historia municipal, tal y como recordó hace días el exalcalde de Avilés, Ricardo Fernández, en estas páginas. A él le cupo el honor de acompañar a don Juan Carlos y a doña Sofía en una de sus primeras visitas oficiales por un reino recién nacido: en noviembre de 1975 había muerto el dictador Francisco Franco, en diciembre fue coronado el antiguo Príncipe de España y cinco meses después ya estaba en Avilés.

El parque de Ferrera de entonces acá ha vivido vicisitudes sin freno (hasta 1987, por ejemplo, el parque tenía vigilancia, aún cierra por las noches). La primera ampliación del jardín se materializó en 1992, seis años después, se incorporó a la joya verde avilesina el antiguo Jardín Francés: 8.469 metros cuadrados más para pasar la tarde gracias, entre otras, a una aportación de la empresa Alcoa, que se hizo cargo de su rehabilitación.

El Ayuntamiento está incluido en el "Catálogo de elementos arquitectónicos con valor de patrimonio cultural de Avilés" y, desde primeros de año, en el "Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Asturia", o sea, que cualquier intervención en el jardín deberá responder a criterios de conservación de sus elementos, entre ellos, los casi mil árboles que lucen. Y todo comenzó hace 44 años, cuando la ciudad se había propuesto empezar a cambiar. Y ahora no hay quien la reconozca.

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