El estrés puede perjudicar la salud y el cerebro, según explicó ayer la psicóloga Azucena Begega durante la charla que ofreció en el Centro de Servicios Universitarios. A continuación, la profesora del área de Psicobiología de la Universidad de Oviedo ahonda en algunas cuestiones sobre este problema que suscita preocupación en la población.
-¿El estrés amenaza nuestra salud?
-Sí, aunque hay que perfilar ciertos aspectos. El estrés significa activación, por lo tanto, no debería tener una connotación negativa. El problema es que el estrés crónico, el mantenerlo durante mucho tiempo, sí que perjudica a la salud y al cerebro. La gente lo asocia a problemas cardiovasculares, hipertensión, infarto... y es cierto. Pero también genera problemas inmunológicos, gastrointestinales y de retraso cerebral.
-¿Cómo afecta al cerebro?
-Unos niveles moderados-medios de estrés servirían para favorecer la atención o la memoria. El crónico, en concreto una hormona vinculada a él llamada cortisol, si se mantiene a niveles muy elevados, reduce regiones hipocampales del cerebro. Esto se ha estudiado en niños que han sufrido maltrato y el volumen de las regiones relacionadas con la memoria se reduce. Por tanto, las repercusiones funcionales van a ser muy importantes.
-¿Reduce otras funciones?
-Afecta también a las funciones ejecutivas, a aquellos procesos vinculados a las actividades diarias: la memoria a corto plazo, la atención, el razonamiento... La corteza prefrontal se ve afectada en niños que han sufrido maltrato, tanto físico como psicológico. Se ve una pérdida neuronal. Como consecuencia, esos niños tienen problemas de atención, de hiperactividad o dificultades en inhibir alguna conducta impulsiva.
-¿Se puede hablar de diferentes tipos de estrés?
-Dependiendo de los estímulos o las situaciones se habla de estrés físico (asociado a una fiebre o enfermedad ) y también psicológico. Éste último llega incluso por una sobrecarga en el trabajo. Hay muchas situaciones que pueden producir estrés nocivo.
-Por lo tanto, no todo el estrés es dañino.
-Hay que diferenciar el estrés nocivo del que no lo es. Por ejemplo, el cortisol lo tenemos elevado en las primeras horas del día y no nos causa ningún efecto dañino. El problema se presenta cuando esa regulación se altera por cuestiones físicas o psicológicas.
-¿Qué situaciones afectan en mayor medida?
-Maltrato, sobrecarga en el trabajo o la situación que viven los refugiados. Las alteraciones físicas y psíquicas de estas personas con desnutrición, falta de apoyo, problemas de salud y condiciones de vida al límite van a ser muy importantes. Estamos dejando a estos individuos de un lado y su vida va a ser dura porque no ponemos darles las redes de apoyo suficientes.
-¿Cómo reacciona el cuerpo ante el estrés?
-De una manera muy inteligente y rápida. Intenta dar respuesta inmediata a las necesidades que se presentan. Hay una primera fase de alarma en la que estamos pendientes de por dónde va a surgir el problema. Existe otra de resistencia y una tercera de agotamiento en la que surgen las alteraciones de salud que incluso llegan al fallecimiento porque el sistema inmune baja y estamos expuestos a enfermedades infecciosas.
-¿Cómo combatirlo?
-Con las llamadas habilidades de afrontamiento, que son recursos físicos o psicológicos que un individuo tendría para salir de la mejor manera de la situación o el estímulo que le provoca el estrés. En la mayoría de los casos, no son recursos complicados, pero a veces no sabemos manejarlos adecuadamente. Hay uno que consiste en evitar los problemas, aunque este recurso no es adecuado porque huir no soluciona nada.
-¿Afecta por igual a hombres que a mujeres?
-Físicamente se dice que la mujer tiene más respuestas de estrés porque los estrógenos facilitan el cortisol. Si éste se eleva estamos más expuestas. Sin embargo, yo creo que sabemos resolver mejor las situaciones; somos más activas, más participativas. La razón es puramente cultural.
-¿Hablamos de cuidar la salud física y olvidamos la psíquica?
-Separarlas es no entender la salud del individuo.
