Tres de los catorce testigos que declararon ayer están protegidos. Nadie en la sala pudo ver sus rostros. Se situaron tras un biombo para responder a las preguntas que les plantearon las autoridades judiciales. Dos son mujeres vecinas de la calle donde se produjo el asesinato y que se asomaron a la ventana al oír los disparos. El tercero es un hombre que ese día acudió a la farmacia de la calle Los Telares con su mujer e hija. Conocía a las dos partes implicadas en el juicio: la familia del Nano y el acusado. Al entrar vio a la víctima, comentó. Se saludaron y poco después lo encontró en el suelo tras haber oído un golpe y observar a una persona levantándolo. "Pregunté qué pasaba. Se quejaba. Vino hacia mí y sentí tiros; un casquillo rebotó en mí. Quedé aturdido", declaró. A continuación, añadió que "no vi quién disparó". Pero sí dijo haber visto entonces a F. H. C., a quien definió como "una persona excelente, de orden, que ayuda a los demás", aunque ese día "iba desencajado, con los ojos sacados; no era él".