El arte, en todas sus expresiones, bulle en Avilés. Ayer se dio buena cuenta de ello con motivo de la celebración de la Noche Blanca, una iniciativa que año a año va cogiendo más adeptos. La música, las artes plásticas, la imagen y el sonido fueron estrellas en decenas de puntos de la ciudad, con muy buena acogida por parte del público. La lluvia deslució algunas de las actividades previstas, como el trampantojo que Amado González Hevia, "Favila", y su equipo elaboraron a los pies de la Escuela de Artes y Oficios: una fantasía hecha con témpera en la que los protagonistas eran una foca y un tiburón.

"Teníamos envidia de otras grandes ciudades de representar cosas en las calles. La idea que tenemos es que se pueda hacer más veces en verano o incluso hacer un concurso y que Avilés también tenga fama de trampantojos", comentó Favila. Al estar hecho con témpera, el agua les jugó algunas malas pasadas para conseguir terminarlo. Sin embargo, el mal sabor de boca se lo quitará Favila y sus compañeros durante el campus que organizarán en julio en Artes y Oficios ya que uno de sus objetivos es recrear el dibujo de ayer en el interior del centro educativo.

A escasos metros, en el Conservatorio de Música Julián Orbón un centenar de alumnos se afanaba en el hall para ofrecer un maratón musical mientras que en el Museo de Avilés algunos de sus compañeros interpretaban piezas solos o acompañados por otros artistas. En el complejo municipal, los asistentes también disfrutaron de sendos espectáculos de danza con los alumnos de las escuelas de Teresa Tessier y Myriam Chamorro.

La Antigua Pescadería, en la plaza de Santiago López, por su parte, se convirtió durante unas horas en un circo con una escuela "del mundo al revés". Los más jóvenes ofrecieron ante un público que se arremolinaba en la rampa una buena muestra de su buen hacer en el baile, el mimo y los malabares. También el parque del Muelle fue el lugar escogido por los adolescentes por ser el epicentro del hip hop, el pop y el mundo del graffiti gracias a las actividades organizadas por Abierto Asturias.

La plaza de Hermanos Orbón se convirtió en un taller de arte con la actividad "Me dejé la ropa tendida", una acción solidaria comandada por el artista Nacho Suárez. Niños y adultos elaboraron durante toda la tarde dibujos con varias técnicas, como ceras, bolis, témperas y tintas chinas y el resultado se colgaba de una cuerda bajo los soportales. El dinero recaudado por su venta fue para la fundación Aindace, de ayuda a la investigación del daño cerebral. "Es el tercer año que lo hacemos y vamos variando las actividades, aunque no el objetivo", explicó Suárez.

La Factoría Cultural también se convirtió en un importante epicentro de la Noche Blanca con sinfín de actividades en las que no faltó la cerámica y la música, como una muestra del aprendizaje del violín a través del método Suzuki en la que participaron niños junto a sus padres y que arrancó el aplauso de los asistentes y el concierto de "Jimmy Barnatán & Cocooners". También hubo performance, exposiciones y talleres para todos los públicos.

Las actividades culturales se expandieron por galerías de arte, el edificio de Telefónica, el Centro Niemeyer y buena parte del casco urbano, donde grafiteros dejaron su huella en varios cuadros de mando y protección del alumbrado público. También la hostelería y la Unión de Comerciantes se sumaron este año a la iniciativa.

"Este año hemos tenido más colaboradores que nunca ya que muchos se han querido sumar a esta iniciativa. Da cuenta de que en Avilés hay mucha creación cultural tanto en los espacios públicos como privados", aseguró Yolanda Alonso, concejala de Cultura de Avilés. Uno de sus objetivos para la próxima edición es conseguir la implicación de los hoteles, "para conseguir atraer gente de fuera de Avilés".