Más de medio millar de trabajadores de Arcelor de las plantas de Zumárraga (Guipúzcoa) y Sestao (Vizcaya) tienen sobre sí la espada de Damocles: o aceptan coger los bártulos y trasladarse a Asturias o se quedan sin trabajo. La empresa comunicó a mediados de marzo que pretendía cerrar su fábrica guipuzcoana y reducir la producción a la mínima expresión en la vizcaína. Algo más de la mitad de los afectados por los nuevos cambios organizativos en el País Vasco se concentraron ayer en Avilés para tratar de hacer ver que "las recolocaciones no son soluciones" porque "las plantas son viables".

Los trabajadores se citaron en la plaza del Vaticano, delante de la Casa Sindical. Desde ese lugar partió una marcha encabezada por el colectivo Mujeres de Acero que recorrió las calles de Doctor Graíño, Jardines, Cuba, La Cámara y concluyó en la plaza de España, delante del Ayuntamiento. La manifestación estuvo promovida por los comités de Zumárraga y Sestao y apoyada por la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI), dado que los comités asturianos decidieron por mayoría no respaldar la protesta de sus compañeros vascos. Manuel Pulgar Núñez, delegado de la CSI y miembro del comité de empresa de Arcelor en Gijón explicó: "Estamos aquí en apoyo y solidaridad a los compañeros, que están en una situación muy difícil". "Lo que está sucediendo allí cualquier día se puede trasladar aquí", señaló Daniel Busto, compañero de Pulgar.

Durante la marcha se escucharon gritos contra Lakhsmi Mittal, el primer ejecutivo de la multinacional, y también en favor de las movilizaciones obreras en pos de los puestos de trabajo. "En Asturias, nos amenazan con retirar las inversiones si hay conflictos sociales. Pasó recientemente en la planta de carril", destacó Pulgar.

La planta de Zumárraga cuenta con 350 trabajadores, pero está en servicios mínimos. "El 15% de lo que hacíamos allí lo quieren traer a Asturias y el resto, el 85 por ciento, lo dan por perdido, pero no nos lo creemos: es lo más rentable que tienen", apuntó Leo Bote, el presidente del comité de empresa Zumárraga. En Sestao, por su parte, está sobre la mesa un plan de trabajo "irrisorio": producir sólo los fines de semana entre 10.000 y 12.000 toneladas. "Si no, nos cierran", denunció Juan Carlos Díaz, presidente de su comité.