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Concejo De Bildeo | Crónicas Del Municipio Imposible

Una mula llamada "Puskas"

Una acémila que coceaba como Cassius Clay

Una mula llamada "Puskas"

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

La mula de Cá Ricardo, cuando estaba comiendo no permitía a nadie andar alrededor suyo en un radio de tres metros, espacio vital que el animal necesitaba para su uso exclusivo y que incluía otros tres metros hacia arriba; se comportaba igual que Hitler y sus muchachos, cuando reclamaban espacio vital para Alemania, y que el resto de Europa se lo cediera gentilmente. Animaladas. Esta acémila de Cá Ricardo, era de gran alzada, se alzaba de atrás y lanzaba unas coces que no las emularía (nunca mejor dicho) Cassius Clay. Pena de teléfono móvil para grabarlo, pero esto pasó hace más de cuarenta años y en aquellos entonces los teléfonos se movían poco.

Una actuación estelar de este mular la presenció este corresponsal con motivo de una visita de José Luis, "El Pistolo", de Cá Ricardo, bildeano de toda la vida, a la fragua de Pepe el Ferreiro, donde llegó con un montón de herramientas para reparar. José Luis amarró la mula a una columna de las que sostenían el corredor de Casa Fonso y vino a saludar con su buen humor habitual:

-¡Coño, Falcatrúas, qué andas tremando por ahí!

-Sacando historias de donde las haya. Esto me recuerda que todavía no escribí nada sobre ti, que eres un personaje muy interesante; no me vendría mal alguna hazaña tuya para contar.

-A mí no me metas en ningún cuento, vale más que escribas algo sobre esta mula que es toda maldades; entrevístala si te atreves.

-¿Cómo se llama y qué te hizo?

-Le puse "Puskas"; si traes un brazadín de hierba, entenderás el porqué.

Traje la hierba y José Luis la dejó en el suelo delante del animal. En cuanto "Puskas" empezó a comer, José Luis hizo un intento de acercarse por un costado, amagando con arrebatar un poco de la hierba que la mula estaba despachando con fruición. Ella fue girando, presentándole siempre sus cuartos traseros, piafando, ora con una mano, ora con la otra, escenificando una especie de danza amenazante; mientras ejecutaba estas maniobras intimidatorias, comenzó a hinar, a emitir hinos, relinchos cortos, agudos y avisadores de peligro, echando atrás las orejas hasta dejarlas pegadas al pescuezo. Era una serpiente de cascabel con herraduras, dispuesta para el ataque.

A pesar del riesgo evidente de permanecer dentro del radio de acción de sus patas posteriores y sus latigazos, José Luis se divertía con el susto que yo tenía en el cuerpo. Como él insistiera en andar enredando a que le quitaba la hierba, "Puskas" se alzó de atrás repetidamente dejando las herraduras marcadas en una de las vigas de la casa. Efectivamente, era una mula de mucha alzada.

Según me contó El Pistolo, esta mula derribó un hórreo a base de coces, aunque, según él, sólo se trataba de maniobras de defensa, menos mal. Al parecer la demolición ocurrió en una escenario como aquel, estando "Puskas" amarrada al pegoyo de un hórreo, comiendo cebada en un balde; en esto llegó un burro dispuesto a participar en la merienda sin que nadie le hubiera advertido del peligro.

"Puskas", en su papel habitual, alzó las patas de atrás, disparó las herraduras hacia las alturas y propinó una andanada de coces al piso del hórreo, a casi tres metros. Los tablones, de cuatro centímetros de grosor y doscientos años de uso, estaban podridos porque sus dueños, poco cuidadosos, obtusos, vagos o las tres cosas juntas, habían dejado verter salmuera de sabe Dios cuántas matanzas en el piso de madera. El animal acribilló las zonas carcomidas por los sucesivos baños de sal; varios tablones comenzaron a quejarse y a desprenderse como consecuencia de los impactos; las dolencias de los tablones contagiaron a un tabique y en pocos segundos todo el tinglado se fue desencajando, como la España otronómica, cada pieza por su lado y, para rematar, las toneladas del tejado ejercieron la presión suficiente para causar el colapso de la construcción. El burro libró porque puso pies en polvorosa al primer taconeo de "Puskas".

Milagrosamente, el pegollo al que estaba amarrada la mula salió desplazado hacia la huerta, arrastrando al animal consigo y no les pasó nada a ninguno de los dos, aparte del susto. Desde aquel suceso "Puskas" fue considerada peligrosa para la integridad de hórreos, paneras y corredores y otras edificaciones que pudiera venirse abajo por unas patadas más o menos, pero en aquellos momentos yo estaba viendo a la mula amarrada debajo del corredor...

-José Luis, convendría desatar a "Puskas" de la columna y ponerle la hierba en otro lado, no vaya a ser que tire la casa a base de coces y tenga que escribir una historia diferente con un final lamentable.

Seguiremos informando.

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