Dos décadas disfrutando de las piscinas al aire libre de Las Vegas han dejado huella en miles de corveranos y vecinos de otros vecinos, que, este año, llevan diez echándolas de menos. "Miles de personas pasaron por allí para disfrutar, con los datos que teníamos creo recordar que como 10.000 bañistas aprendieron a nadar en ellas. Yo era partidario de que se hicieran unas piscinas climatizadas, pero ahora me doy cuenta de lo necesario que es el servicio que dimos durante 20 años", sentencia Gonzalo Tejerina, que fue conserje de la instalación desde el día de su inauguración, en 1986, hasta 2003. Su jubilación fue tres años antes de las obras que derruyeron la "piscina de verano" para construir el actual complejo climatizado.

"Sobre todo, había jóvenes. Jóvenes de Las Vegas, Los Campos, Villalegre, La Luz...", afirma. Contar con unas piscinas al aire libre al lado de casa en verano, les permitía socializar, jugar y divertirse en un espacio muy seguro, y "eso es impagable", según sostiene el conserje. Tejerina señala que el récord de asistentes en un día está en "algo más de 1.200 personas, al tercer o cuarto año de abrirse, el 21 o 22 de julio". Se le quedó grabado en la memoria. "Los que allí trabajábamos no queríamos un día de mil personas, porque eran días que ya hacía mucho calor de por sí y había muchísimo trabajo, pero tampoco de cien personas, porque era aburrido", comenta el conserje.

Gonzalo Tejerina despertaba simpatía y respeto a partes iguales. "Siempre me recuerdan las voces que daba por megafonía. Me hace mucha gracia", sentencia. Alguna que otra fuerte bronca se llevaron los jóvenes que pasaban muchas tardes en las piscina. "Una de las cosas de las que más orgulloso me siento, es que nunca pasó nada grave. Ya me encargaba yo de ello, no había nada que me diera más miedo", dice.

Uno de los cometidos que más quebraderos de cabeza le daba era el de estar en la taquilla. A partir de los 14 años, la entrada era de adulto y existían toda clase de tretas entre los jóvenes para tratar de pasar por un niño de 13 años. "Sin embargo, te quedas con otras cosas. Como aquella niña que conocía de venir a diario y le tenía preparada la entrada de menor. Me puso el dinero para la entrada de adulto y me dijo 'no, es que hoy cumplo 14 años'. Me pareció tan tierno que a la salida le tenía preparada una rosa de regalo", recuerda el conserje.

Y es que para muchos de los trabajadores que pasaron por la piscina en sus 20 años de vida, los habituales se convirtieron en parte de la familia. "Ahora voy por las calles de Las Vegas y me voy dando cuenta de que conozco el nombre de todos", comenta Tejerina. Así, va recordando anécdotas: "Había un niño muy pequeño que intentaba escaparse de los cursillos por el hueco de debajo de la puerta de la piscina de arriba, porque le daba miedo y acabó nadando en competición" y "un día vi por la tele a una chica que cuando era pequeña siempre se ponía donde los árboles en la zona más cercana a la iglesia. Se había convertido en una bióloga muy importante", relata.

En las piscinas además se hacían actividades y fiestas, como los conciertos de piano en la piscina de arriba, cursillos de buceo nocturno, además de los cursillos normales para aprender a nadar, o el Open de natación o las 24 horas ininterrumpidas de relevos. "Había una señora, Aurea Iglesias, que siempre ganaba el open por ser la más mayor y creo que ahora sigue nadando", comenta el conserje.

"Fueron los años muy felices, no cambiaría nada. Aún hoy sigo soñando mucho con las piscinas", sentencia Tejerina. Y es que para el todos los compañeros que tuvo, son parte de su familia: Rafa, Jaime, Rosa, Neira, Toñita, Tejero, Idoya, Javi...