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La industria pesquera compra ya la mitad del producto fuera por la caída de capturas

Los mayoristas y las empresas de transformación acusan el declive de campañas tradicionales como las de sardina, bocarte, calamar y pulpo

La industria pesquera compra ya la mitad del producto fuera por la caída de capturas

El paulatino declive de las especies pesqueras del verano -sardina, bocarte, calamar... y podrían añadirse otras como el pulpo, el centollo o el oricio- agobia a los pescadores asturianos, que se están quedando prácticamente sin objetivos. Pero de un tiempo a esta parte daña también los intereses comerciales del sector encargado de transformar y distribuir la pesca fresca. Los mayoristas e industriales admiten que cada vez les resulta más difícil cubrir sus cuotas de materia prima en las rulas asturianas -con la de Avilés como principal abanderada- y han de recurrir por fuerza a otras de fuera del Principado para poder cubrir sus pedidos; en fuentes del sector estiman que si hace unos años lo habitual era adquirir hasta un 70 por ciento del producto fresco en las lonjas asturianas, ahora ese porcentaje apenas llega al 50 por ciento.

"Las reiteradas costeras fallidas de un número cada vez mayor de especies nos condena a buscarnos la vida cada vez con más frecuencia en lonjas foránea, con lo que eso conlleva de complejidad logística y encarecimiento de costes. Es obvio que, para las empresas de comercialización pesquera asentadas en Asturias, cuanto más cerca tengamos la fuente de suministros, mejor", comenta el mayorista de pescado avilesino José Antonio Vega.

Los mercados alternativos de abastecimiento de pescado que exploran los mayoristas e industriales asturianos son los gallegos y cántabros, e incluso los vascos. Los distribuidores afectados por la creciente escasez de especies con gran tirón comercial subrayan como especialmente preocupante la absoluta falta de sardinas en los puertos de la región -"no es que haya poca, es que no hay nada", reseña Vega- y las caprichosas costeras de bocarte, un pez que en estas fechas tiene un potente mercado. Pero el problema llega a extenderse, señalan, incluso a la merluza, una pesquería que debido a la fuga de barcos asturianos a los puertos de la vecina provincia de Lugo llega a fallar en días determinados del año en la rula avilesina, la instalación asturiana que concentra el mayor número de descargas de la especie. "Hasta de merluza del pincho hay a veces escasez, en su caso debido probablemente a la progresiva reducción del número de lanchas que la captura", indica José Antonio Vega.

La preocupación que muestran los actores del sector comercial por la escasez de determinadas especies es compartida en el sector extractivo, donde la opinión generalizada es que "todas las pesquerías van a menos". Los datos refrendan esa percepción: las descargas de sardina en las rulas asturianas han caído un 93 por ciento en el último lustro; las de oricios, un 87 por ciento (esta especie, de hecho, ha sido vedada hace pocos días por el Principado para favorecer su recuperación); las capturas de pulpo, un 16 por ciento; y las de calamar disminuyeron un 72 por ciento, en su caso en los últimos cuatro años.

Los pescadores achacan este fenómeno del que nadie recuerda precedentes -al menos por lo generalizado del mismo- a los "ciclos" de las diferentes especies, al cambio de las condiciones de temperatura del mar (el llamado cambio climático) y a la "nefasta" gestión de los recursos pesqueros que impone la Unión Europea y que da lugar a paradojas tan incomprensibles, según critica por ejemplo el armador Rafael Rodríguez, como que la sardina esté en su momento más crítico de la historia en aguas del Cantábrico y del Atlántico y, sin embargo, los pescadores franceses puedan seguir pescándola casi sin límites en el golfo de Vizcaya, el lugar donde cría. "Es bien fácil de entender: si se permite pescar sardinas en demasía cuando es pequeña, no cabe esperar que abunde en las zonas a las que llega adulta".

Otros responsables pesqueros añaden factores que pueden influir en el declive de ciertas especies -como el furtivismo (en el caso del marisco, el pulpo o los oricios) y la pesca deportiva- pero a la vez admiten que por sí solos no bastan para explicar el gran desplome de las capturas globales.

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