José Luis Vega (Los Campos, Corvera, 1961) prefiere echar un cigarro en la terraza de la cafetería de La Curtidora, en el barrio de Versalles. "No hace frío", dice en plena mañana veraniega por calendario, pero no por temperatura. Pide un café con leche que se bebe antes de responder las preguntas. Actualmente, está al frente del servicio de Promoción Empresarial del Ayuntamiento de Avilés. El antiguo alcalde de Corvera es, además, uno de los grandes ideólogos del futuro Parque Tecnológico de Avilés.
-La Curtidora presentó números favorables: 13 empresas más que en el primer semestre de 2015. ¿Han tocado techo?
-No. Le cuento. Ahora tenemos 109 empresas. Estamos batiendo récords porque transformamos las naves en función de la coyuntura que nos reclama. Cuando yo dirigía esto -hace veinte años- había seis naves y ahora son nueve, es decir, reducimos la superficie de las oficinas porque eso era lo que nos reclamaban los usuarios. Cuando yo vine aquí la oficina más pequeña era de 25 metros cuadrados, ahora lo es de 10. Ana Lamela, la directora de La Curtidora, se dio cuenta de que la gente demandaba oficinas más pequeñas y lo que hicimos fue adaptarnos a la demanda. Ahora, no tenemos más que una oficina de 10 metros cuadrados libre. Pese a ello, tenemos un 70 por ciento de ocupación. Y eso está bien, porque certifica la gran rotación que se da en este centro. De las 109 empresas domiciliadas, 70 producen aquí, las otras mantienen su domicilio aquí.
-¿Qué tiene La Curtidora que parece que siempre estuvo aquí?
-Hay dos cosas que empezamos hace veinte años y que ha dado sus frutos: las campañas con los institutos. Todos los que tenían Economía de la Empresa u Orientación pasaron por aquí. Les dábamos unas charlas tediosas, unos rollos, y al final nos dimos cuenta de que lo único que teníamos que dejarles claro era que si los potenciales emprendedores querían montar una empresa tenían que pasar por aquí. Para iniciar el negocio te ofrecemos unos precios competitivos, no te tienes que romper, sólo tienes que producir, todo te lo hacemos nosotros. Cuando pasan al mercado abierto es más complicado luego pelearse con los reglamentos. ¿Qué es lo que pasa? Pues que esa campaña da frutos: estás veinte años vendiendo potenciales, pues hay gente que vino aquí con 17 años y ahora tiene 37, que trabajaron, que tienen una idea y la quieren dar impulso... Por eso vienen aquí en automático. Estamos haciendo un promedio de 30 visitas al año: todo esto da su fruto.
-¿Y no hay una sensación de que los nuevos emprendedores están aquí como en una guardería?
-Esa sensación se puede tener desde fuera. Si le preguntas a los empresarios te van a decir que no. La empresa la tienen que sacar adelante ellos mismos. Nosotros lo que damos es un ambiente lo más favorable posible para que puedan desarrollar su proyecto.
-Y esto, ¿cuánto cuesta al Ayuntamiento?
-Verá. Con el paso del tiempo La Curtidora fue asumiendo servicios y esto nunca le costó nada al Ayuntamiento. Empezó a costar al asumir los préstamos participativos, que es un fondo de 1,2 millones de euros. Estos préstamos los damos para participar en empresas sin exigir ningún aval. Va la garantía del negocio, es decir, miramos si el negocio es solvente técnica y financieramente. ¿Qué es lo que pasa? Pues que a veces los préstamos son fallidos, por mucho que tengamos cuidado. Estos préstamos de los que te hablo van contra la cuenta de resultados de La Curtidora. Hace dos años tuvimos un préstamo fallido de 50.000 euros que nos machacó. Tuvimos que negociar con el Ayuntamiento. Muy bien: gestionamos tu fondo porque somos ágiles, pero cuando haya un fallido tendrás que asumirlo tú porque La Curtidora no lo puede asumir con lo que pagan todos los empresarios que hay aquí. Le servimos como instrumento. El ejemplo es que cuando se piensa en un servicio como el parque tecnológico lo que hace el Ayuntamiento es encomendárselo a La Curtidora.
-Pasemos, sí, al parque tecnológico.
-La candidatura que presentamos a la Asociación de Parques Tecnológicos es una demanda atendida del mundo empresarial. Nicolás de Abajo, el director del Centro Tecnológico de Arcelor, e Íñigo Felgueroso, del ITMA, nos animaron a presentarla. Y es que ya éramos un parque tecnológico de facto. Sólo hacía falta que nos lo reconocieran para poder acudir a las ayudas europeas o españolas. Esto fue en marzo del año pasado. La tramitación de la candidatura fue larga y tediosa porque nos afectaba la Ley de Sostenibilidad de los Ayuntamientos: teníamos que pedir la competencia. Si Gijón tiene un parque por qué no lo vamos a tener nosotros. Esas cosas.
-¿Y para qué sirve?
-El parque tecnológico es un servicio municipal cuya encomienda está en manos de La Curtidora. La idea es desarrollar urbanísticamente los 100.000 metros cuadrados que hay alrededor del parque. En 2008, se crea la Isla de la Innovación para desarrollar el proyecto de la Nueva Centralidad. En un momento dado se para porque no había tirón. Se está pensando que en el Pleno de septiembre se presente el plan especial para desarrollar el parque tecnológico. Este plan especial se completará con los otros 450.000 incluidos en el proyecto de la Isla de la Innovación.
-Esto desde el punto de vista municipal. ¿Y los empresarios?
-Al hilo de esto, los empresarios han organizado el "clúster" del acero: un grupo de empresas que se alían para desarrollar el acero, cosa que ya están haciendo en lo que llamamos Manzana del Acero. Esta demanda del parque tecnológico viene cuando Arcelor-Mittal alquila el edificio de la Fundación del Metal. Al hilo de esto, Arcelor-Mittal ve que va bien y, junto al ITMA, deciden alquilar el antiguo concesionario de coches, el que completa la Manzana del Acero. Esto ya está funcionando.
-¿Y el parque?
-Los valedores del proyecto han sido Arcelor, el ITMA, Idesa, Asturfeito, Satec, AC Software y, al final, la Universidad.
