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NICOLÁS PRIETO | Avilesino, vicario regional del Opus Dei en Camerún

"En Camerún confían en Dios, saben que rezando y trabajando pueden salir adelante"

"El país hace un gran esfuerzo al acoger a muchos refugiados centroafricanos, pero allí la gente es muy solidaria"

Nicolás Prieto, ayer, en el parque del Muelle de Avilés. RICARDO SOLÍS

Nicolás Prieto nació en San Román de Candamo hace 55 años, pero muy joven se trasladó con su familia a San Cristóbal, en Avilés. Sus padres eran maestros, siempre con las maletas dispuestas para ejercer donde les reclamaran. Estudió en el Instituto Carreño Miranda y luego dio el salto a la Universidad. Se licenció en Filosofía en la de Navarra y, en la Comunidad Foral, en Pamplona concretamente, estuvo varios años impartiendo clases de esta especialidad. En San Sebastián, hizo lo propio. Cuando ya tenía su vida profesional encarrilada, Prieto decidió que quería ser sacerdote a los 43 años. Desde hace una década, reside en Camerún, donde ejerce como vicario del Opus Dei.

-¿Qué le llevó a tomar los hábitos?

-Muy joven conocí el Opus Dei y me comprometí. Era numerario y enfoqué mi vida de esta forma. Estudié Filosofía y, poco a poco, fui realizando también los estudios de Teología. En el año 2004, me ordené en Roma.

-¿Y su primer destino?

-Fui de capellán a un colegio de Valladolid, donde estuve dos años. Fue entonces cuando me propusieron ir a Camerún.

-¿Qué le pasó entonces por la cabeza?

-Que debía refrescar las lecciones de francés del instituto... Pero mucho más que eso sabía y quería responder a la misión que me encomendaban con el fin que tiene el trabajo del Opus Dei de la prelatura, que consiste en difundir la llamada universal a la santidad.

-Aterrizó en Camerún hace ya una década

-Así es. Vivo en la capital del país, en Yaundé, pero hace cuatro años me nombraron vicario regional, lo que me obliga a viajar bastante por diferentes provincias. Como decía el trabajo del Opus Dei de la prelatura es difundir la llamada universal a la sanidad y, en Camerún, procuramos hacer muchas actividades de este tipo: reuniones, encuentros, dirección espiritual... El gran problema de Camerún es la corrupción y, en este sentido, trabajamos para que la población tenga constancia de la importancia del trabajo leal y honrado. También predico, por supuesto. La tarea evangelizadora es muy importante. Y continúo dando clase de Filosofía. Los sábados, por ejemplo, paso la mañana confesando en la catedral. Allí, el sesenta por ciento de la población es católica y el veinte por ciento, aproximadamente, musulmana.

-¿Qué enemigos tiene la religión cristina en África?

-Las supersticiones. Hay mucha gente que sigue recurriendo a brujos o hechiceros para solucionar ciertos problemas.

-¿Qué radiografía hace de Camerún?

-Es una excepción en África porque no ha tenido guerras ni conflictos tribales. Tiene un crecimiento lento, pero constante. Y es un país en el que predomina la armonía entre todas las partes. Es un país precioso y yo siento que aquella es mi casa. Es más, ahora llevo unas semanas en Asturias y ya estoy deseando regresar a Camerún.

-¿Nunca ha tenido miedo?

-No, para nada. Estoy en manos de Dios. Lo más peligroso de Camerún son los mosquitos, y contra las picaduras hay remedios.

-Camerún está recibiendo a cientos de refugiados centroafricanos

-Así es. Camerún está acogiendo a un gran número de refugiados, y se hace sin problema. Si es cierto que supone un esfuerzo extraordinario a la hora de escolarizar o prestar asistencia sanitaria pero por lo demás la población de Camerún es muy solidaria. En este país también hay muchos emigrantes económicos y muchos camerunenses, sobre todo, jóvenes, que salen fuera del país para estudiar.

-Camerún avanza muchos más rápido que otros países africanos

-Así es. África, en general, tiene otro ritmo. Pero Camerún va mejorando poco a poco. El nivel de educación y evangelización es alto: a veces tenemos a más de cuatrocientas personas en catequesis. Pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Una cosa que sorprende de los camerunenses es la alegría de vivir. Allí cualquier cosa es motivo para cantar, bailar y comer. Los jóvenes tienen muchas granas de vivir, de mejorar y progresar. Cuenta mucho, en este sentido, la unión de las familias. En Camerún confían en Dios y saben que rezando y trabajando pueden salir adelante.

-¿Qué peso tiene la ayuda internacional en Camerún?

-Muy grande. España, por ejemplo, hace grandes esfuerzos por sacar adelante diferentes proyectos en Camerún. Hay que tener en cuenta que es un país muy joven, con una media de edad de 25 años. También los empresarios españoles desarrollan allí proyectos de partenariado.

-¿Cuando viaja a España imparte conferencias dando a conocer su experiencia?

-Sí, procuro transmitir mis conocimientos. Aunque la verdad es que vengo poco, cada tres años aproximadamente.

-¿Su familia lleva bien la distancia?

-Mi madre se sorprendió cuando le dije el destino, pero ya fue a visitarme. Marchó encantada e incluso hizo buenas amistades. También uno de mis hermanos (Nicolás Prieto es el mayor de cuatro hermanos) estuvo en Camerún y se sorprendió de la amabilidad de sus gentes.

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