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MARÍA TERESA ÁLVAREZ | Periodista y escritora, da el pregón de las fiestas de San Pelayo en Trasona

"Quiero recordar a los indianos y a los que volvieron sin nada"

"Lo primero que hicieron los emigrantes asturianos al llegar a Cuba fue crear una asociación de beneficencia"

María Teresa Álvarez. M. N.

Hablar de las fiestas de San Pelayo de Trasona es hacerlo de los indianos. Fueron muchos los vecinos de la parroquia que tuvieron que cruzar el Atlántico en busca de una vida mejor. Por ello, sus descendientes tratan de honrar su memoria con diferentes actos, entre los que destaca la III Comida de indianos, que se celebrará mañana. Para ir abriendo boca, y como pistoletazo de salida oficial a los festejos, la periodista y escritora candasina María Teresa Álvarez (Candás, 1945) será la encargada, hoy a las 21.00 horas, de leer el pregón de una celebración "que además de un reconocimiento a esa gente hizo mucho por sus pueblos".

-¿Qué influencia tuvieron los indianos en la comarca?

-No hay más que mirar el paisaje y ver las palmeras maravillosas. Pero los indianos fueron muy importantes, no sólo en la comarca, sino para Asturias y el resto del norte de España. Piense que El Corte Inglés o Galerías Preciado son producto del trabajo de emigrantes. Yo no me di cuenta de que había emigrando tanta gente hasta que me puse a escribir la novela.

-Pero no todos pudieron fundar grandes almacenes a su vuelta.

-Se iban esperando llegar al paraíso, y lo que pasa es que muchas veces ese paraíso no se cumplía. En el pregón quiero, no sólo recordar a los indianos, que eran los que volvían con dinero, sino también a los emigrantes que se fueron y volvieron sin nada. Además, hay que destacar la solidaridad que había entre ellos. Lo primero que hicieron los asturianos al llegar a Cuba fue crear una asociación de beneficencia. La presencia de gente de Asturias allí era muy grande. Por ejemplo, el Centro Asturiano de la Habana llegó a tener 50.000 socios. Luego se desgajó en clubes. Estaba el club de Carreño, el de Llanes... Eran un auténtico paraíso para esta gente.

-Aunque a otros lugares, los jóvenes de hoy en día también están teniendo que emigrar como sus abuelos o bisabuelos.

-Sí, pero no tiene nada que ver. Yo tengo amigos con hijos viviendo en Australia y es una emigración muy distinta. El sentimiento de desarraigo pueden tenerlo igual, pero hoy hay móviles y te puedes comunicar con quien sea. Antes eso no existía. No hay más que ver cómo eran las travesías, que se jugaban la vida en aquellos barcos terribles. Es triste tener que dejar la tierra para buscar una vida mejor, pero se hace en otras condiciones.

-Su novela se titula "La indiana", pero cuando se habla de los emigrantes que se fueron a hacer las Américas siempre se hace referencia a los hombres. ¿Por qué se cita menos a las mujeres que cruzasen el Atlántico en busca de una vida mejor?

-Hubo mujeres, hombres y niños. Lo más frecuente era el chico de 16 años que marchaba a ver qué conseguía. Pero también hubo muchas mujeres que emigraron. En mi novela, por ejemplo, la que vuelve rica es la chica. Pero sí, lo habitual es que el indiano regresase al pueblo a casarse con la mujer joven y recomendada por todos y luego volvían para América a hacer vida. Aunque, evidentemente, también había excepciones y algunos se casaban allí o se quedaban solteros.

-Hoy lee el pregón de las fiestas de San Pelayo en Trasona, un barrio muy ligado a los indianos.

-Estoy muy contenta. El hecho de que me llamen para dar un pregón es muy agradable. No deja de ser una muestra de afecto y, entonces, lógicamente me siento muy halagada, agradecida y encantada. Además, es muy bonito que celebren una fiesta en reconocimiento a la presencia de esa gente, que fue importante.

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