Me llamaron algunas personas felicitándome por mis declaraciones a este periódico, el pasado viernes, 5 de agosto. Todavía no había leído lo que puso el periodista de mis palabras. Cuando leí el texto, tuve que desengañarlas, diciéndoles que la frase que se pone debajo de mi fotografía: "Privar a la mujer de la ordenación atenta contra su dignidad", no expresa mi pensamiento. La dignidad de un hombre o mujer cristianos no depende de la función que desempeña en la Iglesia. Depende más bien de una realidad anterior, del bautismo. Es este sacramento el que nos confiere la dignidad de ser hijos de Dios, templos del Espíritu y miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey.

Entonces, ¿puede una mujer recibir el sacramento del diaconado? Quedando claro que no afecta para nada a su dignidad, si no recibe el diaconado, se pueden decir algunas cosas. En la Iglesia hay dos principios fundamentales: el "principio petrino" y el "principio mariano", es decir, la estructura jerárquica y la carismática. Con el primero se expresa la realidad de que la Iglesia depende de su Cabeza y Esposo, el Señor Jesús que actúa a través del ministerio de Pedro: el papa, los obispos y los sacerdotes. El segundo manifiesta la realidad de María, el Espíritu, los carismas, que alimentan la caridad en el pueblo de Dios. Es más importante María que Pedro, aunque ambas principios son necesarios en la Iglesia.

Cuando Jesús escogió a quienes iban a representarle en medio de su pueblo, como ministros de su mediación sacramental escogió a doce varones. Desde entonces, la Iglesia no se siente libre para cambiar las cosas y permitir que la mujer acceda al ministerio ordenado. Creo que esta doctrina formulada por Pablo VI, Juan Pablo II y el actual papa, Francisco es irreformable. La discusión está abierta respecto al diaconado. De ahí, el nombramiento de una Comisión para estudiar si había mujeres diáconos en la Iglesia primitiva. El sacramento del orden, en el grado del diaconado, visibiliza a Cristo, Siervo, y no parece que exista un impedimento definitivo para que la mujer no pueda recibirlo. Pero no queremos adelantarnos a la decisión de la comisión papal.

En mi opinión la mujer, que tiene la misma dignidad que el varón en la Iglesia, tiene un encargo bien preciso: facilitar la vida fraterna entre los cristianos. Cuando Jesús resucitado se aparece a María Magdalena le dice : "Ve y dile a mis hermanos".. Antes los había llamado amigos, ahora, hermanos. María y toda mujer tiene el encargo de Jesús de hacer visible y trabajar para que los discípulos vivamos como hermanos. ¿Es pequeño este servicio? Creo que no con independencia de que próximamente pueda ser diácono o no.