Con las minas de carbón sentenciadas por Europa desde 2010 -todos los pozos deben estar cerrados para finales de 2018- y las centrales térmicas obligadas a hacer inversiones de mejora ambiental si quieren seguir abiertas, el sector carbonero asturiano agoniza y deja a la vista un horizonte lleno de incertidumbres y temor por el posible impacto económico de unas medidas tan traumáticas. Lejos de contribuir al pesimismo, los expertos que ayer se dieron cita en el curso de verano de La Granda dedicado a la energía optaron por destacar las oportunidades que depara para Asturias la nueva estrategia energética europea, basada en el desarrollo de las fuentes de generación renovable y la "descarbonización" de la economía. Y para pasar de la teoría a la práctica, nada mejor que un ejemplo cercano: Avilés, cuyo sector metalúrgico fue puesto como modelo de adaptación al cambio energético por su destacada participación desde hace años en el sector eólico, entre otros.

Según las estimaciones realizadas por organismos y analistas internacionales y que ayer se expusieron en las conferencias pronunciadas en La Granda, la cifra de inversión a movilizar en el mundo de aquí a 2040 para hacer posible la transición a un nuevo modelo energético supera los 65 billones de euros, el 30 por ciento destinado al desarrollo de nuevas tecnologías. "Fustigarse por el fin de la minería es inútil; lo que debe hacer Asturias es aprovechar su potencial, que lo tiene, para subirse al tren de las nuevas energías. No es el fin, hay vida después del carbón", manifestó Vicente Luque, asturiano que ocupó entre 1988 y 2000 en la Comisión Europea los cargos de jefe adjunto de la unidad de combustibles fósiles y responsable de Redes de Transporte.

El ayer ponente en los cursos de La Granda invitó a echar un vistazo a los muelles del puerto de Avilés -desde hace años llenos de piezas para ingenios eólicos- para hacerse una idea de por dónde tienen que ir los tiros: "El mensaje para la Asturias postcarbonera tiene que incidir en las oportunidades que depara el nuevo modelo energético, como las que supieron ver algunas empresas de Avilés que fueron pioneras en abrirse hueco en el mercado de la eólica terrestre y ahora también en la marina". Vicente Luque aboga, incluso, por ser más ambiciosos y explotar desde Asturias las posibilidades de "un negocio redondo, pues todo el mundo consume luz y la paga sin rechistar, aunque le parezca cara". Y desgranó alguna idea: "Si ya hacemos componentes para torres eólicas, ¿por qué no fabricar también los álabes u otros componentes?"

Más aún, el experto en materia energética hizo ver que el modelo energético en boga en Europa, el que impulsa Alemania con su estrategia "Energiewelde" (la transición al uso de energías más limpias), le viene como anillo al dedo a territorios como el avilesino: "La idea alemana, que es tanto como decir la europea, parte de dos premisas: reducir el uso de combustibles fósiles y la generación por medio de fuentes contaminantes e implicar a la industria para que sea capaz de mantener su competitividad en un nuevo modelo productivo sin carbono". El paralelismo avilesino estribaría en la existencia de empresas que ya son protagonistas del cambio energético (como el Grupo Daniel Alonso); grandes industrias que se han fijado el objetivo de reducir sus emisiones de CO2 (ya sea porque la ley les obliga o por reducir su factura de derechos de emisión) y un marco propicio para la I+D en el polo de la ría.

Otro campo que podría brindar oportunidades de desarrollo a Asturias es, a juicio de Vicente Luque, el relacionado con la captura de dióxido de carbono, cuestión que actualmente plantea el reto de desarrollar aplicaciones con valor comercial "pues la mera captura y almacenamiento aún no es rentable debido al escaso precio de los derechos de emisión". El consejo del foro energético de La Granda fue, pues, que Asturias procure estar en la cabecera de la investigación en la materia.

También se habló ayer del "fracking", la controvertida técnica para extraer gas del subsuelo: "En Asturias, tierra minera, hemos extraído durante años cientos de miles de toneladas de tierra y no ha pasado nada, ¿qué miedo habríamos de tenerle al 'fracking'?", preguntó Luque a la vez que lamentaba la "histeria social" que provoca la sola mención de la actividad.