La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Concejo De Bildeo | Crónicas Del Municipio Imposible

Recorriendo pueblos

Cuando Nicanor, conocido como "Noro, el filósofo", quiso hacer un informe sobre Asturias

Un hombre toma el sol en un banco de La Ferrería (Soto del Barco). MIKI LÓPEZ

De nuestro corresponsal,

Falcatrúas

Nicanor, conocido como "Noro, el filósofo", ni nació en Bildeo, ni desciende de una estirpe bildeana de rancio abolengo. Un día apareció por aquí, con veintitantos trepidantes años y se quedó como un vecino más, nadie le pidió el carné.

Llegó recién licenciado en Filosofía y Letras y entró de golpe en otra facultad, la bodega de Francisco el Taberneiro. Allí dentro, en el ambiente fresco que el vino y las gentes de bien se merecen, encontró al titular de la cantina y a Ramón el Tumbao, charlando de cosas intrascendentes, actividad en la que invertían varias horas al día.

El chaval dijo que había elegido Bildeo al azar, un pueblo muy guapo, pero que tenía el proyecto de visitar uno por uno todos los pueblos de los setenta y nueve concejos de la región y escribir algo sobre cada uno de ellos, sacando fotos para completar un informe total sobre Asturias que hasta la fecha sólo habían intentado unos cuantos iluminados, extranjeros principalmente. Ramón sacó su famosa libretina, mojó la punta del lápiz en la lengua, apuntó alguna cosa y miró al recién llegado, al que veía pletórico, capaz de cumplir su amenaza de recorrer Asturias de cabo a rabo:

-¿Tiéneslo bien planeao?

-Bueno, lo haré cuando pueda, tengo que buscar trabajo, ganar dinero? Los objetivos, uno a uno.

Ramón se rascó el cogote, con cara de circunstancias, desplazando la boina hacia la frente:

-Si piensas visitar los 6.916 pueblos y lugares asturianos, la broma va a llevarte treinta y ocho años cuando menos, sólo con que le dediques un par de días a cada uno, porque para escribir sobre cada pueblo, necesitarás pasar allí siquiera cuarenta y ocho horas?

El chaval quedó pensativo; entonces Francisco sangró un poco de vino de un pellejo en una jarra de porcelana:

-Si este rapaz va a viajar tanto, necesitará coger fuerzas, así que vamos a invitarlo a un vaso de vino. Luego, ya veremos.

Tomaron un par de vasinos y el viajero empezó a sentirse integrado en el pueblo, con razón dicen que el vino es uno de los principales avances de la civilización, porque iguala mucho al personal; donde hay vino hay democracia, los que beben juntos se hermanan persiguiendo sueños, se ve mucho en los congresos de los partidos políticos. Tan a gusto se encontraba Noro que no le extrañó la pregunta de Ramón el Tumbao, aquel nuevo amigo al que parecía conocer de toda la vida:

-¿Noro, tú entiendes de algo de álamos?

-¿Álamos? ¿Qué voy a entender yo de álamos?

-Verás, hace muchos años, mi abuelo me contó una historia un día en que estábamos segando en un prado y nos sentamos a descansar y a comer un bocado; señaló una fila de álamos, todos muy altos, de treinta metros o más, derechos como velas, y me dijo que eran unos árboles que crecían pegados a los ríos, que se pasaban la vida bebiendo agua y que por eso la madera era tan floja que apenas valía para hacer nada. Con el tiempo comprobé que era muy blanda, demasiado fácil de trabajar, adecuada para fabricar partes de muebles que no necesitaran mucha resistencia y que daba una leña muy mala, inservible para cocer el pan.

A Noro no le daba tiempo a digerir tal cantidad de información. ¿Por qué carajo le había soltado Ramón aquella historia, si acababan de conocerse? ¿Leña que no servía para cocer pan?

Ramón continuó.

-Tiempo después me mandó mi madre a buscar leña para "arroxar el forno" porque tenía que hacer pan, sabrás que antiguamente cada casa hacía su propio pan. Eso de "arroxar" quiere decir caldear el horno quemando leña dentro hasta que alcance una temperatura determinada, cuando las paredes se ponen roxas; entonces se retiran las brasas, se barre el horno y se meten las hogazas a cocer con el calor acumulado en los ladrillos. Como no tenía ganas de ir lejos, cargué el caballo con leña de un álamo que acababa de tirar un vendaval. Mi madre la quemó toda, pero el horno no acababa de arroxar y tuve que hacer trabajo doble y traer otra carga de leña de roble, que sí funcionó.

-Ramón, perdona pero qué me quieres decir con esta historia de la leña de álamo?

-Es un pequeño ejemplo de lo que te espera en cada pueblo de esos que vas a recorrer, y que tendrás que escuchar y aprender. Yo trabajé en la mina y recuerdo que decían, cada vez que se retiraba alguien: cuando jubilan a un trabajador veterano, tiran una enciclopedia. Pues cuando desaparece un pueblo, tiran una biblioteca entera. Y cada vez cierran más pueblos.

Seguiremos informando.

Compartir el artículo

stats