Ramón Fernández, de 69 años, lleva casi una década jubilado. Después de adquirir su velero, empezó a navegar en cortas distancias, con prudencia, para medir la resistencia del barco y la suya propia en viajes a Ribadeo o Tapia. Poco a poco fue ganando confianza. La verdadera amplitud de miras llegó tras superar un cáncer hace unos años. "Me di cuenta de que tenía que hacer algo. Quería realizar un viaje más largo, a modo de reto personal. Y tenía que hacerlo solo, necesitaba despejar la mente", explica. Así fue como un 19 de junio este jubilado se propuso llegar a Madeira, en una travesía de más de una semana de duración.

Su viaje a las Azores se produjo más por fortuna que por intención. "Yo sólo iba a Madeira, pero los vientos alisios eran demasiado fuertes para mi pequeño barco. Al final, decidí aprovechar la dirección de la corriente y llegar a las Azores, más por cuestión de seguridad que por voluntad propia", explica.

Tuñón prefiere viajar por tierra firme. Con su bicicleta, este avilesino de 43 años realizó dos grandes viajes por América y Asia que le llevaron a recorrer una distancia de más de 28.000 kilómetros durante 20 meses y otros 23.000 en poco más de un año, respectivamente. "Me despidieron en 2009 y decidí invertir mi indemnización en viajar", aclara.

Fue testigo del gran terremoto de Chile en 2010. "Estaba durmiendo en la playa y salí corriendo a una zona más alta. Al volver, un tsunami se lo había llevado todo". El pueblo chileno le proporcionó una nueva bicicleta y cobijo tras el desastre. "Descubrí la bondad humana entre tanto destrozo. Siempre les estaré agradecido", asegura. Su viaje por Asia fue algo más complicado en términos legales. "Los permisos de estancia son limitados. Tenía que pedalear rápido para salir del país", lamenta, aunque asegura que su experiencia fue igual de positiva. "Los paisajes asiáticos son increíbles, fue una experiencia maravillosa", reconoce.

Los tres avilesinos muestran orgullosos las fotos de sus hazañas, algunas en formato digital, como las de Tuñón, otras en polaroids desgastadas, como las de López. El primero ya prepara nuevos viajes. "No me gusta estar quieto", asegura. Lo dijo Dos Passos: "Como todas las drogas, viajar requiere un aumento constante de la dosis".