Eran buenos paleando, tanto que hace ahora cincuenta años demostraron ser los mejores. Jesús Hernández Braña ("Canario"), Luis María Díaz Bardales, Claudio Cuervo Rodríguez, Fernando Álvarez de los Heros (Álvarez II), Celestino Ruiz ("Harry"), José Miguel García Mori, Luis García Blanco, José Ramón Álvarez y Gonzalo García Fernández ("Trasgu") eran unos chavales que rondaban la veintena cuando en 1966 quedaron en primera posición en el Campeonato nacional del lago de Bañolas, el más grande de Cataluña. Todos ellos formaban parte de la selección astur-leonesa de piragüismo y regresaron de la provincia de Gerona con 18 medallas de oro al cuello, seis de plata y tres de bronce.

Ayer, parte de aquel equipo de élite se reunió en Avilés en un acto promovido por Gonzalo García en el que no faltaron fotografías para ampliar el álbum deportivo de estos veteranos y más trofeos que colgar del cuello. El vicepresidente de la Federación de Piragüismo del Principado de Asturias, Nacho Díaz, entregó a cada uno de los piragüistas veteranos una medalla con su nombre y la fecha de las bodas de oro de la gesta de estos campeones. La entrega se realizó a los pies de la escultura de Pedro Menéndez, insigne marinero avilesino.

Tras los apretones de manos y los abrazos -muchos llevaban años sin verse las caras-, el grupo disfrutó de un vermú por el barrio avilesino de Sabugo. Entonces salieron a relucir anécdotas, recuerdos y muchas risas.

Los piragüistas asturianos que compitieron en 1966 en el lago de Bañolas fletaron un pequeño autobús en el que viajaron durante dos días para llegar a Gerona. Hicieron la primera parada en el ya desaparecido Hotel París de Logroño, en La Rioja. "Pasamos un viaje horrible, con un calor insoportable y sin aire acondicionado", manifestaba ayer Álvarez de los Heros, asturiano que ahora reside en Guadalajara y que se desplazó a propósito a Avilés para reencontrarse con sus colegas de la piragua. El calor y el escaso motor de aquel autobús no fue el único impedimento del viaje. "Pasamos hambre, mucha hambre. En un sitio paramos a comer y nos prometieron fabada. Cuando nos trajeron los platos... ¡aquello eran alubias lavadas!", manifestó el "Canario", que perdió siete kilos en aquel viaje.

Aún con hambre, en Bañolas dieron lo mejor de sí mismos, y el esfuerzo se tradujo en medallas. Aquella fue una época dorada para el piragüismo asturiano. "El ambiente entonces era estupendo, y aunque era difícil competir siempre había alguien dispuesto a tender una mano", recalcaron ayer aquellos piragüistas que ahora peinan canas y que siguen de cerca la actualidad del deporte que les llevó a la cumbre.

Muchos tienen descendientes que han cogido el relevo y ahora hacen podios. "Lo deseable sería que se organizaran más reuniones de este tipo . Hoy (por ayer) se han juntado en Avilés algunos de los históricos del piragüismo asturiano", concluyó el vicepresidente de la Federación. Con los veteranos estuvieron también dos palistas que hicieron historia en su momento: Rufino Juan y Bernardo Maribona.