El dibujante David Aja (Valladolid, 1977) es una verdadera celebridad en el mundo del cómic. Tiene cinco premios "Eisner", que son al tebeo lo que los Oscars al cine: la leche. Acaba de concluir su charla en el auditorio de la Casa de Cultura y los aficionados se han agolpado a su sombra en el mismo vestíbulo del teatro que acoge estos días una muestra retrospectiva de Jesús Alonso Iglesias. Y es que todos quieren un dibujo del tipo que dio vida, de nuevo, a Ojo de Halcón o, hace años, a Puño de Hierro. Sin embargo, lo que Aja pretende ahora es echar un cigarro. Este dibujante vallisoletano conoció las Jornadas del Cómic de Avilés hace nueve años. "Igual vuelvo el año que viene", subraya.
-La última vez que estuvo en Avilés acababa de entrar en el mercado norteamericano.
-Llevaba un par de años, pero entonces empezaba con Iron Fist (Puño de Hierro).
-¿Cómo ha sido la experiencia?
-Tampoco me ha dado mucho tiempo a pararme a pensar, si le digo la verdad. Va a ser justo ahora el décimo aniversario de Iron Fist. No me había percatado. Desde que empecé a trabajar para la Marvel -y ahora mismo también- todo ha sido como muy natural: me han ido encargando trabajos, los he ido haciendo y, de repente, te das cuenta de que llevas más de diez años en este negocio. Lo que no voy a negar es que te das cuenta de que ha habido una evolución, que me he hecho con un estilo, una marca...
-También pesan los años.
-Tampoco soy tan mayor. Bueno, tengo 39. La última vez que estuve aquí estaba Pilar, mi mujer, embarazada del primero. Y ya tengo a dos niños. Han cambiado muchísimas cosas, sí, pero a la vez todo sigue igual, no sé si me explico.
-Los críticos aplauden la composición estética de sus páginas.
-Sí tengo bastante preocupación por la página como unidad. No pienso en viñeta a viñeta. Pasa lo mismo con cada número: cada uno tiene una unidad relativa. Yo aboceto siempre de la primera a la última página. Todos los números tienen relación con la serie y, dentro de ellos, cada página con la siguiente. Entiendo que cada página tiene que tener una cierta armonía desde el primer vistazo para que funcione toda ella.
-Y este criterio, ¿de dónde viene?
-Un poco de todo: la lectura, lo que aprendí en la escuela. Leí mucho de niño, pero no me he dado cuenta de cuánto pudo influir todo aquello en mi obra. Mis influencias no son premeditadas, más bien las tengo asimiladas porque vienen de cuando yo tenía 6 años.
-En la Escuela...
-En la Escuela de Bellas Artes el cómic estaba marginadísimo: éramos cuatro friquis y punto. En Salamanca no se podía ni hablar de ello.
-Trabajando para la Marvel, ¿dónde queda la autoría?
-La autoría es mía, pero también tienes que saber para quién trabajas. Cuando estás con Marvel o con DC es porque has vendido tus derechos. El que se sorprenda porque utilicen un dibujo tuyo para una camiseta... Has firmado un contrato. Trabajar para la Marvel supone poner tu obra en una balanza: sabes lo que ellos te aportan y lo que tú les aportas. Este tiempo con ellos me ha dado un nombre, unos premios que no hubiera tenido si no hubiera trabajado para ellos. Estoy encantado de estar en Marvel, no me quejo de nada.
-¿Por qué Ojo de Halcón?
-Me sentía muy identificado: me parecía muy humano por su chulería y meteduras de pata...
-¿Cuál es su relación con Matt Fraction, su guionista?
-Con Matt, muy bien. En esta última serie no separamos el guión del dibujo. Llega un momento en que no sabemos quién ha hecho cada cosa. Primero hablamos de sobre qué va a ir la serie y luego escribe un plot, un avance. Luego hay muchas variaciones: dibujos, guión. Estamos uno encima del otro durante dos meses. Matt comentaba que tenía más mensajes míos que de su mujer. El rotulista comentaba que nunca había trabajado tan bien como nosotros. Ojo de Halcón era una serie dentro de Marvel, pero teníamos un rollo muy cercano.
