El dibujante madrileño Pepe Larraz echó ayer la vista atrás y se vio "de niño, con un juguete en la mano". De repente, añadió, vio a los mayores mirándole. "¿En qué momento se acaban las ganas de jugar?, me pregunté. Pienso que me hice dibujante para seguir jugando, para que no se me acabaran las ganas". Y no le ha ido nada mal del todo. Anda ahora en la serie de "Star Wars". Trabaja para la Marvel y se ha convertido en uno de los tipos con mayor aceptación del mercado del cómic. Ayer protagonizó junto a David Aja y Mario Alberti el segundo encuentro de la penúltima jornada del salón avilesino de la historieta. Los tres defendieron esa pasión por los tebeos que nació en la tierna infancia para seguir en la profesión. "No es sólo cosa de dinero. A veces has terminado, la ves, ya te has ganado el dinero, pero ves que no está terminada, que no es perfecta", añadió Larraz.

Aja -cinco premios "Eisner", el doble de nominaciones- también viajó a la infancia para encontrar las razones de la historieta. "Si me licencié en Bellas Artes es porque no hacía más que dibujar. En la facultad no había ni una asignatura de cómic, pero estábamos los cuatro friquis que nos intercambiábamos los tebeos", cuenta. "Esto, lo de la compañía de otros, es fundamental", señaló el dibujante que pasó por la cuadra de acción de Puño de Hierro o de Ojo de Halcón. "Dibujabas, pero llega un momento en que tienes 22 páginas que rellenar este mes y te preguntas si podrás terminarlas. Esto es muy duro. Pero, en esto funciona muy bien el sueño. Al principio te preguntabas si podías trabajar en Estados Unidos, para un gigante como la Marvel... cuando ves que lo haces, todo lo solucionas con pasión", apuntó el dibujante vallisoletano.

Mario Alberti se confesó autodidacta. "Mi aprendizaje estuvo en la lectura. Iba a las oficinas de la Bonelli, la editorial. Veía las páginas de mis compañeros y robaba sus trucos. Y me los apropiabal. Todo para salvar esta pasión que nace cuando niño".