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ROBERTO DRAGO | Actor, protagoniza la semana que viene "El grito del contrabajo"

"Recomiendo a todos los actores que pasen por un monólogo alguna vez"

"Hacer un espectáculo pequeño no significa que sea insignificante; ni que uno grande resulte magnífico"

Roberto Drago.

El actor Roberto Drago (Buenos Aires, Argentina, 1972) es el protagonista del monólogo "El grito del contrabajo", del escritor alemán Patrick Süskind, el mismo de "El perfume". Drago representa el espectáculo en Avilés en dos ocasiones: el próximo viernes día 23 (21.00 horas) y el próximo 3 de diciembre (20.30 horas). La función de la semana que viene se incluye dentro del ciclo "Las Noches de la Suite" que acoge un céntrico hotel avilesino. La de final de año se verá en la sala club del Niemeyer. La primera función estará acompañada de una cena selecta, la del complejo cultural de la ría servirá para cerrar el nuevo ciclo de teatro alternativo.

-¿Qué tenía "El grito del contrabajo" para que se lanzase a sus cuerdas?

-Lo conozco desde que era adolescente. Mi hermano Ernesto Drago toca el bajo eléctrico. Fue él quien me presentó el texto. Me lo leí, me divirtió y quedó en el recuerdo hasta que hace dos o tres años empecé a buscar un monólogo para representar. Entonces me acordé de él. Lo habían hecho antes muchos otros actores. Me acuerdo de El Brujo, por ejemplo. Luego fue lo de buscar el director. Yo quería a David Lorente. Había dirigido otras obras semejantes y sabía que iba a ser perfecto.

-Lo hizo por primera vez en un hotel.

-Sí. En Madrid. Fueron 7 u 8 representaciones. Allí nos vieron los de La Pensión de las Pulgas y nos llevaron a su teatro. Estuvimos dos o tres meses. También en la Sala Tu, un poco después.

-Esta de Avilés es su primera salida fuera de Madrid.

-Sí. Lo hicimos en pueblos cercanos a la capital. Y, encima, dos veces en poco tiempo.

-¿Qué tienen los monólogos que tanto atraen a los actores?

-Me parecen un reto. Recomiendo a todos los actores que pasen por un monólogo alguna vez. Es fascinante. No conozco nada más a favor del actor que esto.

-¿Y qué diferencia hay entre un teatro y un hotel?

-No conozco la sala del Niemeyer. Voy a aprovechar la visita de esta semana a Avilés para verlo. Mi trabajo no cambia tanto de una sala a otra y, si cambia, nos adaptamos, que no deja de ser otra parte de mi profesión de actor. Esa adaptación es algo que me gusta mucho.

-¿Qué aportan las pequeñas salas al teatro contemporáneo?

-Es cierto que las salas pequeñas tienen muchas dificultades para salir adelante: viven de las entradas que venden, del boca a boca. Pese a ello están programando lo mejor que se está haciendo. Hacer un espectáculo pequeño no significa que sea insignificante. Ni, por supuesto, que uno grande resulte magnífico. Lo cierto es que el teatro más exclusivo actual está en el circuito alternativo.

-Habla de que trae una comedia. Un tanto rara, ¿no le parece?

-"El grito del contrabajo" es una comedia patéticamente divertida. Mi personaje está lleno de neurosis y se plantea su vida desde la mayor de las desesperaciones. Es un infeliz, que es el mejor modo de interpretarlo.

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