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ALFONSO ABEL VÁZQUEZ | PÁRROCO DE VERSALLES, LA MAGDALENA, SAN AGUSTÍN, LA CARRIONA Y EL REAL AVILÉS

Un futbolero en la sacristía

El cura con más fieles a su cargo de la comarca destaca por ser directo, tanto de obra como de palabra, y adaptado a los nuevos tiempos

Alfonso Abel Vázquez, en la parroquia de Cristo Rey de Versalles. MARA VILLAMUZA

Es, sin duda, el pastor con más ovejas a su cargo de la comarca. Tal vez porque antes que de cura, tuvo vocación de policía; y también de portero de fútbol. Y es que a los 14 años ya era consciente de su inclinación a proteger al prójimo, que fue la culpable de llevarle a tomar los hábitos e ingresar en el seminario. Alfonso Abel Vázquez (Lugo, 1973) es un párroco atípico visto el perfil medio del clero. Quizás por su juventud. O quizás porque es lo más parecido al sacerdote moderno que le gusta al Papa Francisco. De gesto afable, gran conversador, Vázquez destaca por ser un hombre directo, conciso. No le tiembla el pulso en admitir que a todo hijo de Dios le pueden venir momentos de flaqueza, y se muestra comprensivo con casos como el de su ya excompañero Rubén Pulido, cura de Cabranes, que colgó los hábitos recientemente.

Tampoco se arruga cuando hay que pasar de las palabras a los hechos. No lo hizo cuando pidió a los seguidores de Podemos que llevasen a Pablo Iglesias a conocer las chabolas de La Corredoria cuando el líder de la formación morada visitó el barrio ovetense, ni lo hizo cuando el PP de la capital asturiana le puso en el disparadero por ese mismo problema. Porque Vázquez es un cura de calle, de los que pasea por el barrio y se para a tomar un café y a charlar con cualquiera. Y por eso, también se involucra en los proyectos ciudadanos. En sus más de 25 años como cura ha arreglado 23 iglesias, puesto en marcha proyectos sociales, comprado tallas de santos y vírgenes y hasta fundado equipos de fútbol.

Y es que buena parte de los pocos ratos libres que le deja la vocación sacerdotal los dedica al fútbol, y tiene en el Suárez Puerta su segunda iglesia. Aficionado del Real Avilés desde pequeño -mucho antes de ser el párroco del club-, espera con ansia poder celebrar este año un ascenso. Como ya hizo en 2002 en San Lázaro (Santiago de Compostela), viaje en el que aprovechó la ocasión para retratarse con el por entonces presidente del Compostela, José María Caneda, célebre por protagonizar un altercado con Jesús Gil ante las cámaras de televisión. Y como el que intentó festejar en Llagostera, encuentro del que sólo pudo ver la segunda parte tras hacer un viaje hasta Bilbao en coche, donde cogió un avión a Barcelona, y, nuevamente en automóvil hasta la localidad gerundense, tras oficiar las misas que tenía programadas para ese día.

Pero la afición de Vázquez no se queda en la grada, porque el párroco también tiene vocación de entrenador. Compartió banquillo con Roberto Robles hijo -exentrenador del Real Oviedo- en el equipo de fútbol sala del colegio Pumarín de Gijón, y en próximas fechas realizará el curso básico de entrenador mientras entrena porteros en una escuela.

Tampoco reniega de los nuevos tiempos. Consciente de la escasez de curas y de la pobre afluencia a las parroquias, Vázquez asume que a la Iglesia le tocará cerrar templos como en otros países de Europa. También apuesta por las nuevas tecnologías. Aunque asegura no hacerse a la idea de que al final los oficios puedan retransmitirse en una pantalla en la iglesia, sí aboga por la instalación de televisores para que los fieles puedan seguir mejor la eucaristía. "La Iglesia tiene que intentar ir con los tiempos que corren", apela mientras pide que le mande "un was" para avisarle de cuándo sale el artículo.

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