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El San Agustín controla ya a más de 4.000 usuarios de fármacos anticoagulantes

El equipo de hematología del Hospital, que hace tres décadas supervisaba a 30 pacientes, explica el salto cuantitativo por el envejecimiento de la población

La enfermera Ana María González realiza el control de coagulación a María José Rodríguez en el centro de salud de Sabugo. MARA VILLAMUZA

Hace algo más de tres décadas, por el servicio de Hematologia del Hospital Universitario San Agustín pasaban treinta pacientes al año que precisaban "controles de Sintrom". Ahora, la unidad de tratamiento anticoagulante -integrada en el equipo de Hematología y Hemoterapia que lidera Ángel Ordóñez- atiende a cerca de 4.000 pacientes del área sanitaria avilesina que requieren controles del tratamiento dirigido a frenar la coagulación de la sangre, un problema y una necesidad que se agudizan con la edad. Precisamente, el envejecimiento de la población del área está detrás del aumento del número de controles y consultas; un alto porcentaje de beneficiarios son octogenarios.

Los pacientes acuden al San Agustín a la primera consulta donde, a diferencia de otros complejos hospitalarios, reciben una clase "magistral" por parte de personal de enfermería convenientemente adiestrado. Con esa lección consiguen que los enfermos confíen en el tratamiento, sepan cuándo deben acudir al servicio de urgencias ante una emergencia o qué cuidados deben seguir con los anticoagulantes, unos fármacos que una vez administrados se suelen consumir de por vida y comportan ciertos riesgos. "Se les instruye en la influencia que puede tener la alimentación y las interacciones con otros medicamentos", apunta Ordóñez.

En el San Agustín se administran los conocidos Sintrom (acenocumarol) y Aldocumar (warfarina) pero también los denominados "nuevos anticoagulantes orales de acción directa". Así, se instauró una unidad de control de forma pionera en Asturias para el seguimiento de los anticoagulantes que han salido al mercado en los últimos años como son Pradaxa, Eliquis y Xarelto. "El 70 por ciento de los pacientes que requieren anticoagulantes orales es para prevenir embolias e ictus debido a una fibrilación auricular, la arritmia cardiaca más frecuente", manifiesta el jefe del servicio, que valora "enormemente" el "importante trabajo" desarrollado por el personal de enfermería, tanto del Hospital como de los centros de salud del área sanitaria avilesina.

"La primera consulta se realiza en el hospital, pero luego cada paciente es atendido en su centro de salud. Las enfermeras envían vía 'on line' los valores que presenta el enfermo, así como las incidencias clínicas que precisen consideración y desde aquí se medica y dosifica", precisa. Los pacientes pueden así mantener sus tratamientos a raya minimizando riesgos hemorrágicos sin falta de desplazarse al complejo sanitario de Heros.

El consultorio de Sabugo fue el pasado año el último en adherirse al proyecto de descentralización del Sintrom y con él todos los profesionales de atención primaria del área están ya capacitados para controlar y prevenir la formación de coágulos en los vasos sanguíneos de enfermos que generalmente padecen aquellos problemas cardiacos. El personal de enfermería realiza una sencilla prueba (un pinchazo en un dedo) y envía los resultados obtenidos del análisis de sangre al Hospital a través de internet haciendo uso de un novedoso programa informático. En algunos minutos, un especialista del complejo sanitario dará su veredicto. El proceso de descentralización de la Unidad del Sintrom, como es popularmente conocida, comenzó en 2004 en los consultorios más alejados del San Agustín: Cudillero, Pravia, Castrillón y Gozón.

Este trabajo coordinado entre la unidad de tratamiento anticoagulante del Hospital Universitario San Agustín y los centros de salud ha permitido que la cifra de pacientes que ven de forma presencial los especialistas haya bajado de 150 al día a 20. Eso sí, el trabajo delante del ordenador para ajustar las dosis es mayor que hace años. De eso da fe la doctora Sara Muñiz, hematóloga del Hospital y una de las responsables de que los tratamientos a distancia cumplan su misión a la perfección.

"Al trabajo informático hay que sumar que valoramos a dos o tres pacientes nuevos cada día y a los anticoagulados ingresados", subraya la enfermera de la unidad, Elena González, que asegura que la lista de espera para iniciar un tratamiento con anticoagulante es como máximo de veinte días. A cada uno de estos pacientes, González y sus colegas de enfermería le ofrecen la información necesaria acerca de la coagulación de la sangre para que sean conscientes de su patología.

"Los pacientes están cada día mejor controlados y las cifras estadísticas son buenas, aunque siempre se pueden mejorar", concluye Ordóñez, que prevé que cada año más enfermos requieran anticoagulantes para poder disfrutar de una buena calidad de vida. "Antes ni se pensaba recetar Sintrom a una persona de ochenta años y ahora casi todas las semanas se incorpora algún paciente de más de noventa, debido a que el beneficio clínico se mantiene o incrementa con la edad. Las cosas han cambiado mucho por lo que el envejecimiento de la población lleva parejo el aumento de este tipo de tratamientos", concluye el especialista del San Agustín.

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