Un proyecto de investigación sobre la Edad Media impulsado por el doctor en Historia y Arqueólogo Iván Muñiz ha permitido identificar las primeras pruebas sobre las inscripciones monumentales realizadas por el rey asturiano Alfonso III el Magno en el castillo de Gauzón. Se trata de párrafos recopilados en la "Historia silense", una obra escrita en los primeros años del siglo XII por un autor anónimo en la que se recogen una parte de los epígrafes desaparecidos del castillo.
"En Gauzón, como estamos documentando arqueológicamente, se emplearon los mejores materiales y técnicas disponibles. Un proyecto arquitectónico de tal categoría había de redondearse con lujosas decoraciones e inscripciones de excelente factura que festejasen el protagonismo del monarca como impulsor de los trabajos o recordasen la ceremonia de consagración de la iglesia de San Salvador", indicó Iván Muñiz, codirector de las excavaciones con Alejandro García.
Alfonso III, que reinó entre los años 866 y 910, representa el esplendor del Reino de Asturias (718-925), el momento de máximo poder. Fue un monarca que destacó, además, por sus construcciones militares. "Sabemos a través de los documentos escritos y la epigrafía que el rey Magno construyó en Oviedo potentes fortificaciones. César García de Castro ha concluido que parte de la Torre Vieja de San Salvador de Oviedo se corresponde con aquellas construcciones militares prerrománicas. Dicha política se extendió a posiciones estratégicas de la cordillera Cantábrica, como ha estudiado el profesor Avelino Gutiérrez".
El descubrimiento adquiere más importancia, según Muñiz, porque el conjunto de epígrafes que se conservan del Reino de Asturias es limitado y además los del castillo de Gauzón están relacionados con el más importante de los reyes asturianos y a su fortaleza más famosa, lugar de fabricación de la Cruz de la Victoria.
"Es un hallazgo arqueológico singular, puesto que no procede de una excavación, sino del análisis de fuentes escritas realizado con una perspectiva casi arqueológica. Resulta muy importante a la hora de evaluar la forma en que los cronistas de ese período componían sus relatos, copiando escritos anteriores, pero realizando también un trabajo de campo en el que recababan directamente pruebas, desde tradiciones orales a las inscripciones que contemplan e intercalan luego en los textos", concluyó Iván Muñiz.
