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VICENTE PAÑEDA REQUEJO | Arcipreste de Avilés

"El Evangelio no puede ni debe estar encerrado en los muros de las iglesias"

"Ya no podemos soñar con el renacimiento de la cristiandad ni de la civilización parroquial, aunque el porvenir del cristianismo no ofrece duda"

Vicente Pañeda, con la ermita de La Luz detrás. MARA VILLAMUZA

El sacerdote Vicente Pañeda cumple tres años al frente del Arciprestazgo de Avilés, y los celebra aceptando este cuestionario en el que reflexiona sobre el papel de la Iglesia, con un llamamiento a que las comunidades religiosas mantengan la esperanza en tiempos de duelo.

-¿Qué balance hace de estos tres años como arcipreste?

-Me quedo con lo positivo, que es la ayuda a mis compañeros sacerdotes y el servicio a las distintas comunidades cristianas que configuran la amplia realidad arciprestal. A esto hay que añadir la cercanía y la integración arciprestal que las distintas comunidades religiosas (Agustinas Misioneras, Doroteas, Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazaret, Hermanas del Ángel de la Guarda, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Salesianos, Franciscanos y Siervas de Jesús de la Caridad), que aunque ausentes estas dos últimas, debido a una reestructuración interna, siguen presentes por medio de la vertiente seglar: la Orden Franciscana Seglar y la Orden de Siervos seglares. Todas ellas con una incidencia importante en la vida cotidiana social y eclesial.

-Conoce bien la realidad parroquial de la comarca.

-El 8 de octubre se cumplen diez años de mi entrada en Villalegre y el 2 de octubre cinco años en La Luz. A día de hoy funcionamos como una unidad parroquial, hay que ajustarse a los nuevos tiempos. La realidad arciprestal de Avilés es muy interactiva y eso te da la posibilidad de conocer de cerca cada rincón.

-El año pasado, cuando el Arciprestazgo de Avilés protagonizó la ofrenda a la Santina en Covadonga, usted propuso aprovechar la unión de las instituciones implicadas para trabajar en beneficio de Avilés.

-La ofrenda de Avilés a la Santina fue una experiencia inolvidable, las distintas instituciones trabajamos a una, ahí he podido apreciar la generosidad del carácter avilesino. Se hizo un balance y se vio con toda honestidad que cada realidad implicada está trabajando en el medio de forma discreta y muy significativa. No hubo continuidad en un trabajo coordinado debido a los distintos frentes -que no de guerra- que tenemos. Optamos por seguir sintiendo Avilés y su Comarca desde nuestros lugares de referencia.

-¿Más ateos o más despreocupados por las cuestiones espirituales?

-Este tiempo es el tiempo de la paciencia, se trata de poner a prueba nuestra confianza en Dios, desposeyéndonos de nuestra propia capacidad de dominarlo todo mediante nuestra libertad. Nada será como antes, hay que hacer duelo. Y esto no será sin pena ni tristeza para algunos. Urge abandonar toda nostalgia del tiempo pasado. Estos "tiempos recios" que nos toca vivir exigen esperanza. Ya han pasado los tiempos en que encuadrábamos a las masas para satisfacer sus necesidades religiosas. Nos toca engendrar comunidades para despertarlas a la misión. No es demasiado tarde, pero es hora.

-¿Le preocupa que las iglesias estén cada vez más vacías, excepto los días de entierro? ¿Es necesaria una nueva evangelización, o por el contrario lo que urge es una nueva Iglesia?

-El Papa Juan XXIII decía que la parroquia era como "la fuente de la aldea a la que todos acuden a calmar su sed". Una imagen muy sugerente, pero en los últimos años parece que esta fuente se va secando, y quienes tienen sed buscan calmarla en otras realidades: nuevos movimientos, nuevas experiencias religiosas. A pesar de todo, la parroquia está ahí, y la cuestión es cómo enriquecer la estructura fundamental que la configura con nuevas aportaciones que la doten de vida que sea realmente la fuente que ofrece el Evangelio a todos.

-Otras propuestas religiosas vinculadas también al cristianismo se han hecho hueco en la sociedad asturiana. ¿Ve posible el trabajo ecuménico?

-La experiencia en este sentido en la Diócesis de Asturias es tímida y discreta pero significativa, sobre todo en Gijón y en Oviedo.

-Con la crisis de vocaciones que atraviesa el clero desde hace décadas, y la elevada edad de los sacerdotes, ¿cómo determinar el liderazgo de las comunidades cristianas?

-Ya no se puede soñar en una restauración de la cristiandad ni en el renacimiento de la civilización parroquial. Ello no significa el fin del cristianismo ni el fin de la parroquia. El porvenir del cristianismo no ofrece duda alguna, en virtud de la fidelidad a Dios y a nuestra decisión de abrir camino con esta humanidad. En razón de su capacidad para insertarse en todas las culturas, el Evangelio es capaz a cobrar actualidad: ése es precisamente el sentido de la catolicidad de la Iglesia. Ciertamente esta confianza fundamental está en las antípodas del pesimismo presente. La actual remodelación nos enfrenta a un real empobrecimiento de nuestras iglesias, pero es también la ocasión para una purificación a veces duramente experimentada. Estos reajustes deben vivirse a la luz de la dinámica pascual. Son muy elocuentes las palabras del Benedicto XVI: "Una Iglesia que habría perdido mucho, más pequeña, sin privilegios, comunión de comunidades pequeñas... a las que sólo se llega por una decisión libre... una iglesia que deberá empezar completamente de nuevo".

-¿Qué mensaje tiene el Evangelio que marque la diferencia en los tiempos actuales?

-El centro del Evangelio no está en las verdades dogmáticas, ni en la práctica de unos ritos, sino en el amor; y a esta fe se invita con relatos de vida personales y comunitarios, propiciando que las personas se transformen desde dentro, no imponiéndoles normas.

-¿Es posible llegar a la juventud desde los púlpitos?

-En nuestra realidad arciprestal existe la presencia juvenil de pequeños grupos, muy buenos, comprometidos con la realidad donde están implantados. De lo que se trata aquí es de no resignarse a la privatización de la religión y asegurar una presencia del Evangelio en el espacio público. El Evangelio no puede ni debe estar encerrado entre los muros de nuestras iglesias.

-¿Cómo valora la trayectoria del Papa Francisco y su posicionamiento frente a la pobreza y a la violencia?

-Francisco reafirma constantemente que hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación. Por esta razón afirma que la experiencia demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo que se alimenta del miedo, la desconfianza y la desesperación nacen de la pobreza y la frustración. Anima a trabajar con integridad y transparencia por el bien común, y fomentar un espíritu de solidaridad.

-La religión vuelve a ser motivo de guerra. ¿Tiene alguna receta para la intolerancia religiosa?

-El Evangelio es el "recuerdo peligroso de la libertad". Porque es el recuerdo que se refiere a aquellas tradiciones de las que nació uno de los más grandes anhelos de libertad que la humanidad ha presentido, como explica J. B. Metz. Se trata de la libertad que cuestiona nuestros miedos, nuestras represiones, nuestras inseguridades, nuestros irracionales sentimientos de culpa, nuestros desalientos, nuestras cobardías. Y también nuestras seguridades. Por eso el Evangelio es "memoria subversiva", que nos descubre horizontes nunca imaginados. Porque nos dice que, cuando hacemos de nuestra vida un proyecto de felicidad, o sea, cuando sabemos aunar los sueños y anhelos de muchos para fundirlos en sonrisas de alegría compartida, sin reproches ni amenazas, sin yugos que oprimen nuestras espaldas, sino con el disfrute y el encanto de la gran fiesta de todos, entonces -y sólo entonces- estamos entendiendo el Evangelio, la Religión de Jesús, el Proyecto de la Humanidad, aquello en lo que todos coincidimos.

-¿El león y el cordero pastarán juntos alguna vez?

-Me parece que se refiere al texto del Profeta Isaías 65, 25 "el lobo y el cordero pacerán juntos...". Entre todos tomemos conciencia del cuidado y protección de la casa común, construyendo un mundo cada vez más humano, donde nadie sobra y donde todos somos necesarios. En la Encíclica "Laudato Si" Francisco habla de la importancia de "amar, respetar y salvaguardar nuestra casa común". "No podemos dejar de admirarnos por la belleza y la armonía que existe en todo lo creado; es ese regalo que Dios nos hace para que podamos hallarlo y contemplarlo en su obra". Es importante apostar por una "ecología integral", en el que el respeto por las criaturas valore la riqueza que encierran en sí mismas y ponga al ser humano como culmen de la creación.

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