Pasean, pero no compran. Esta es la opinión más compartida entre los comerciantes avilesinos sobre los turistas extranjeros que llegan a Avilés a bordo de cruceros. Además, la mayoría de los que hacen escala en la ciudad participan en excursiones en autocar a otros puntos de Asturias y los pocos que se quedan apenas dejan gasto, más allá de cafés y desayunos en las cafeterías de El Parche, según los comerciantes consultados. El "Black Watch" puso ayer el broche a la temporada de cruceros de 2016 y, como en las tres escalas anteriores, los viajeros pasaron sin pena ni gloria. "Últimamente no compran nada. Al principio, venían con mucha alegría, pero estas últimas veces, nada de nada", señala el comerciante avilesino Francisco Javier Rodríguez, con negocio en San Francisco.

Son ya más de 11.200 los extranjeros que llegaron a la ciudad de mano del turismo de cruceros desde 2012, año en el que la ría recibió el primer buque de turistas, el "Braemar", de la naviera Fred Olsen. "Al principio, venía mucha gente, se llevaban muchos licores y vino. Últimamente, nada de nada. Hoy (por ayer), han entrado varios, han estado por aquí dando vueltas y no se han llevado nada", explica Rodríguez, que regenta uno de los establecimientos con más solera de la ciudad.

El comercio avilesino llegó a prolongar su horario comercial por los cruceros en alguna ocasión e, incluso, a abrir en festivo. "Sí, llegamos a mantener abierto el establecimiento a la hora de comer, pero vimos que no merecía la pena. El turista español sí que viene y gasta. Este verano se notó muchísimo y se agradece. Últimamente vivimos gracias a ellos, algo que hace diez años era impensable", concluye Rodríguez. "Hoy tuvimos alguna venta, es la primera vez, pero si se pueden gastar tres euros no gastan seis. Llegamos a abrir a la hora de comer en alguna ocasión, pero no merece la pena. Lo que sí notamos desde hace unos años es que tenemos en verano mucha gente de fuera de Asturias", apunta Laura Blanco, de un establecimiento de moda y complementos de La Cámara.

En el negocio de decoración y menaje de Cristina García Álvarez, situado en El Parche, "los cruceristas entran a mirar, pero no compran". "En mi caso es mucho mejor el turismo nacional", señala. "Al principio, venía mucha gente, pero últimamente nada de nada. No sé si es que se marchan en excursiones o si se quedan en el barco, pero a veces vendo más a la tripulación que a los cruceristas. No tienen nada que ver con el turista nacional", opina José Martínez, que regenta un establecimiento de souvenirs en la calle Ruiz Gómez.

A bordo del "Black Watch" navegaban 676 pasajeros, la mayoría escoceses, y 405 tripulantes. Los cruceristas que optaron por quedarse en Avilés (había varias excursiones a Oviedo, Gijón y Luanco) recorrieron el casco histórico y destacaron las similitudes entre el paisaje asturiano y el escocés. "La arquitectura de la ciudad es preciosa y me resulta interesante cómo ha ido evolucionando la ciudad industrial, como ocurre también en mi país", señala la escocesa Jill Henderson, que partió junto a su marido Mark Henderson rumbo a Ferrol en el último crucero del año.