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BÁRBARA LENNIE | Actriz, encarna a Bárbara en la obra "La clausura del amor"

"Cuando sales de una función hay algo que queda en ti, pero no te perturba"

"Nos vendieron que si estudiábamos íbamos a ser lo mejor de Europa, y estamos viviendo de nuestros abuelos"

Bárbara Lennie, en una representación de "La clausura del amor". J. A.

Afirma ser una "privilegiada" dentro del sector. Buena culpa de ello lo tiene haber sido galardonada con el Goya a mejor actriz protagonista en 2014, premio que, reconoce, le "abrió muchas puertas" y le permitió "elegir en qué trabajar". Una de esas elecciones fue "La clausura del amor", dirigida por Pascal Rambert, con la que desembarca mañana en el Palacio Valdés. Bárbara Lennie (Madrid, 1984) encarna el papel de Bárbara en un texto que habla del desamor y de la ruptura en una obra que "eleva estas situaciones a conceptos poéticos", y en la que comparte tablas con un único actor, Israel Elejalde, su pareja en la vida real.

-¿No asusta encarnar una obra de desamor tan cruda como esta y que la persona que está enfrente sea su pareja cuando sale del teatro?

-Siempre que sales de una función hay algo que queda en uno. Pero después te vas a tomar un vino y no quiere decir que eso te perturbe o te persiga. Aunque he de reconocer que es una función agotadora. Independientemente de esto, es nuestro trabajo, nos gusta mucho, entregamos gran parte de nosotros a esto que hacemos y, aunque tengamos que pagar algunos precios, nos compensa y nos hace felices. Lo llevamos.

-En la obra, interpela a los sentimientos ante la ruptura; mientras que su pareja en el escenario, lo hace de una manera más fría y analítica. ¿No es esta una visión un tanto machista de las relaciones?

-Que cada uno lo lea como quiera, pero no lo entiendo como machismo. Yo podría ser quien iniciase el discurso que hace Israel y viceversa. Creo que Pascal lo ha escrito desde su propia experiencia y visión del ser humano, y las lecturas creo que hay que dejarlas para el espectador. Ha pasado de todo, desde gente que se identifica con uno o con otro, sin importar el sexo.

-¿La de "La clausura del amor" es una historia real?

-No. No se trata de una escena cotidiana. No es estrictamente costumbrista o realista. No son personas separándose de una manera habitual, a lo que estamos más acostumbrados. Parte de algo real, la separación de una pareja que lleva mucho tiempo junta; pero dista mucho de ser una discusión de cocina. Para empezar porque aquí hablan dos personas por turnos de 45 minutos.

-Hace años dijo que se iba a alejar del teatro, pero fueron ustedes los que acudieron a Rambert para traer su obra a España. ¿Por qué?

-Lo vimos en una grabación del Festival de Aviñón y nos quedamos completamente enamorados y fascinados con el trabajo. Estábamos en un momento de decidir adónde ir, un tiempo de cambio de trabajo, y nos lanzamos a la aventura de ir a buscarle y proponerle trabajar con él, con la gran suerte de que se dejó embaucar. Se ha convertido en alguien muy importante para ambos a nivel creativo. De eso no tengo duda.

-¿Por qué se quiso alejar de las tablas?

-No me quise alejar. Había tenido gira en los últimos cinco años con "Kamikaze" (compañía teatral), mucho viaje. Y por un periodo me apetecía rodar películas, que es lo que he venido haciendo durante este tiempo. Pero el teatro siempre está, ha estado y seguirá estando; porque lo que se siente ahí encima es difícil de comparar con nada.

-Tiene la fortuna de poder elegir, en un momento en el que el sector no pasa, ni mucho menos, por su mejor momento.

-Comparado con la situación de muchos otros artistas que no trabaja y que no llega a fin de mes, por supuesto que me considero una afortunada. Desde que comencé en esto, a los 15 años, siempre he tenido más o menos trabajo y he podido tirar. Esto no quita que sea muy consciente del panorama artístico, de la realidad que me rodea. Éste es un problema que nos ha afectado a todos en mi generación. Nos vendieron que si estudiábamos y trabajábamos íbamos a ser lo mejor de Europa, y estamos viviendo de nuestros abuelos.

-La crisis en los artistas se acentúa en el caso de las mujeres. Sobre todo, cuando llegan a la cuarentena. ¿Le da miedo afrontar ese momento?

-Es una realidad. Lo hablo con compañeras y esto pasa. Hay que saber cómo gestionarlo y pelearse. Trabajar para que en ese momento no dependa estrictamente de otros para trabajar. Me gustaría pensar que en diez años pueda generar yo mi propio trabajo, poder buscar las cosas que quiero, como vengo haciendo desde que tengo 18 años y, junto a otro compañero, logramos montar un montaje de la nada. Fue ahí cuando nos empezó a salir trabajo.

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