La costa asturiana goza de una baja incidencia de especies invasoras marinas que contrasta con lo que ocurre en el resto de la Península Ibérica. Ésta es una de las conclusiones del estudio nacional que está a punto de concluir la Universidad de Oviedo y del que Eva García Vázquez, catedrática de Genética de dicha institución, ofreció ayer algunas de las claves. Lo hizo en el marco del primer taller internacional "Alertools" de estrategias para la detección precoz de bioinvasores, que se celebra en el Centro Niemeyer y que ofrecerá esta tarde, en el palacio de Valdecarzana, actividades de divulgación para todos los públicos.

"La costa asturiana tiene una proporción pequeña de especies exóticas y aún no son invasiones, se pueden atajar", dijo. En los últimos tres años, la Universidad de Oviedo ha liderado un trabajo de inventario bastante sólido sobre la incidencia de las especies animales marinas. "Menos del 15% son especies invasoras", destacó García Vázquez quien, como ejemplos más preocupantes, puso dos: el mejillón pigmeo de la ría de Avilés y invertebrado conocido en Llanes y Ribadesella como "caracolillo". No obstante, el mejillón pigmeo también ha sido ejemplo de cómo se puede combatir una invasión de este tipo: una vez detectado el problema, un equipo de voluntarios se puso a las órdenes de los investigadores de la Universidad de Oviedo y eliminaron la especie de la zona baja de la ría hace escasos meses. "Cuanto mayor sea nuestra biodiversidad, más resistente será nuestro ecosistema", añadió la catedrática.

Las experiencias que los investigadores comenzaron a exponer ayer en el taller internacional "Alertools" ilustran los métodos actuales para detectar los focos de invasión. Y así, desde la propuesta de Marina Parrondo, que analiza la expansión del siluro por la Península Ibérica gracias a las publicaciones registradas sobre este pez invasor, hasta el análisis de muestras vinculadas a residuos humanos en las playas asturianas que presentó Sabine Rech, los participantes, procedentes de diez países, tomaron contacto con los métodos más innovadores de trabajo. Frances Juanes, por ejemplo, utiliza herramientas acústicas y visuales para la detección y "mapeo" de especies: vídeo, foto, sensores remotos... "Cuanto antes se detecta la invasión, antes se puede controlar y erradicar antes de que la especie se asiente en el hábitat", dijo. Las nuevas tecnologías se convierten, así, en un aliado del investigador. Sonia Consuegra, representante de la Universidad de Swansea, insistió en la prevención. "Se introdujeron muchas especies cuando no había conciencia de que eran invasoras, lo que hay ya no lo podemos cambiar, pero hay que intentar que no entren más", indicó.