Carlos Antomil, el propietario de la cafetería La Groba, se mostraba esta mañana más que indignado: "En menos de 48 horas me han entrado en el bar dos veces: vamos a tener que hacer guardia dentro". En la madrugada del domingo se llevaron la recaudación de las máquinas tragaperras y esta madrugada han terminado el trabajo. "No sé muy bien cuánto dinero se llevaron, porque lo tiene que determinar el perito; lo que sí sé es que estoy no puede seguir así", aseguró.

A las cuatro de esta madrugada atendió la llamada de una vecina que le decía que le habían entrado en el local. "Ella fue, precisamente, la que también me avisó el lunes: a esa hora marcha a trabajar", aclaró Antomil. "Desde entonces estoy aquí: atendiendo al 091, a la judicial...", contó el propietario del local recorriendo con la mirada los cristales rotos de la puerta recién empolvados por los agentes de la científica. "Ahora tienen que ver qué huellas hay. El del lunes dejó un reguero de sangre", apostilló el hostelero que se estableció en Gutiérrez Herrero hace más de dieciocho años.

La Policía Nacional le pidió que cerrara el acceso a una zona de la barra hasta que pudieran inspeccionar los restos de la intrusión. "Pero yo abrí a las siete de la mañana", explicó Antomil, acompañado por Inés Suárez y por Alba Álvarez, la camarera. "Hace años intentaron romper la persiana, pero no fueron capaces. Nunca me habían entrado en el bar y esta semana, dos veces", relacionó el veterano hostelero que recalcó su sentimiento de desamparo. "Estamos desprotegidos: no hacen más que entrar en bares y en tiendas y, sobre todo, por aquí, por Villalegre o por Las Vegas", concluyó.