"Antes decían que la falta de trabajo es el principal factor de exclusión social... Ahora se puede ser pobre trabajando". Ésta es una de las advertencias que realizó ayer Pablo Benlloch, doctor en Derecho y coordinador del grupo de expertos asesor del Gobierno central para la ley de Voluntariado, que ofreció la ponencia marco de la XXI Escuela de Otoño de esta materia. El pabellón de exposiciones de La Magdalena acogió la primera jornada, que se completará hoy con varios talleres. Benlloch hizo una reflexión tanto del papel del voluntariado como de su situación en la sociedad actual. "Nos encontramos nuevos pobres, hace diez años era impensable que personas que ahora están en situación de vulnerabilidad iban a acabar siendo pobres", dijo. Junto a esto, señaló, está el "precariado", esa nueva clase de trabajadores empobrecidos.

Y es que, según afirmó el ponente, la crisis no sólo ha extendido la pobreza, sino que sus consecuencias han atravesado transversalmente el conjunto social y se mezcla la pérdida de soportes básicos para las necesidades fundamentales, la falta de bienes básicos (alimentación y vivienda), pérdida de vinculación estructural y de viabilidad de la integración, así como de soportes relacionales, capacidades básicas y aumento de las fragilidades personales. "Utilizando un símil televisivo, estamos llegando a lo de 'aquí no hay quien viva', y tenemos que cambiarlo. El voluntariado es un instrumento apropiado para cambiar", sentenció ante los 150 participantes inscritos en estas jornadas.

Benlloch alertó de algunos de los males que pueden aquejar al voluntario, como la autosuficiencia del que ve innecesaria una legislación para definir las líneas básicas de actuación, y también la "ansiedad solidaria". "Cuidado con ella. No todo el mundo puede ser voluntario y en cualquier sitio. Lo principal son los destinatarios y el voluntario no es quien puede decidir si sirve o no", indicó.

Como profesor universitario que es, Benlloch está en contacto con jóvenes a quienes el pesimismo atenaza. "Hay que rechazar el determinismo, el contemporizar. Mis alumnos acaban usando la frase 'es lo que hay' como aceptación resignada, como el 'no somos nadie' de un funeral. Pero hay alternativas. Aunque hay dificultades, las cosas se pueden hacer de otro modo y mejor", subrayó.

La inauguración de las jornadas corrió a cargo de la consejera de Servicios y Derechos Sociales, Pilar Varela; la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín; el presidente de la Plataforma del Voluntariado de España, Luciano Poyato, y la vicepresidenta de la Mesa del Tercer Sector de Asturias, Celia Fernández. Varela hizo un llamamiento a la colaboración entre Administración y sociedad organizada. "Tenemos que ser capaces de evitar que la pobreza se transmita de generación en generación. Pero, por muy buena intención que tuviésemos los gobiernos y por muchos recursos que hubiera, somos conscientes de que no podemos hacerlo sin incorporar al mismo objetivo a toda la sociedad", indicó. Monteserín, por su parte, se refirió a un reto que supera las fronteras nacionales, el de colaborar con la llegada de refugiados. "Sin el voluntariado sería imposible, esperamos un movimiento civil europeo que empuje a una política que no está a la altura de las circunstancias ni en Europa ni en España", destacó.

Celia Fernández pidió clarificar el reglamento para que no perjudique a las entidades y Luciano Poyato destacó que el pilar del tercer sector no es únicamente la falta de ánimo de lucro, sino el voluntariado: "Nuestra responsabilidad pasa por trasladar a la sociedad que merece la pena participar y transmitir a quienes gobiernan que hay que cambiar de valores".