"Qué vergüenza", "eso no se le hace a nadie", "no damos crédito". Estos eran los comentarios más escuchados ayer en el barrio de Versalles. La presunta agresión al párroco de Cristo Rey, Alfonso Abel, no dejó indiferente a nadie. Si bien no fueron muchos los testigos del suceso, la trifulca entre los miembros del Coro Magnificat y el cura del barrio avilesino era lo más comentado en las barras de los bares y en los corrillos de los parroquianos. Si bien había opiniones y juicios para todos los gustos, la mayoría coincidía en que "la violencia no tiene justificación alguna, sea cual sea el motivo".

"No sabemos si han pegado al párroco, pero de ser así es una vergüenza. Agredir al representante del Señor, y más en la Iglesia, no tiene perdón", expresó por la tarde una feligresa, que aseguró preferir mantenerse "al margen" y no hacer más comentarios al respecto de este "desagradable" suceso.

Y es que ésta era la tónica imperante en el barrio: nadie sabía exactamente lo que ocurrió. "Unos clientes comentaron el domingo que el párroco había insultado al director del coro; pero esta mañana otro usuario aseguraba que el cura no había hecho nada. Hay todo tipo de versiones por el vecindario", explicó una hostelera de la zona, que aseguró haber visto "como algunas niñas salían llorando desconsoladas" del templo de Versalles. "Yo vi al cura fuera de la iglesia y estaba muy fresco. No parecía que le hubiesen pegado, porque estaba tan tranquilo y charlando", explicó un cliente. "Dicen que el ambiente en la parroquia es malo y que incluso afecta a los catequistas más jóvenes, que están bastante descontentos", agregó el mismo vecino.

En los corrillos de la calle, el sentir era similar. "Por lo que dicen, le pegaron. No sabemos de quién será la culpa, pero una cosa es discutir y otra llegarse a pelear", afirmaron unas vecinas, que también prefirieron mantener el anonimato. "Esto es muy pequeño, y luego la gente va diciendo que si apoyaste a uno u a otros", explicaron sobre el ambiente en Versalles.

"Aquí oyes de todo. Desde niños que dicen haber golpeado ellos mismos al cura hasta que no pasó nada y fue un paripé", asegura una hostelera. Otros prefieren tomárselo de forma más relajada. "Habrá que esperar a ver lo que pasa", aseguraba otro parroquiano por la tarde, ante el estupor generalizado en el barrio por la trifulca parroquial.