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JAVIER G. YAGÜE | Director de "Nada que perder" y de la sala Cuarta Pared

"No es fácil que el teatro cambie el mundo, pero sí puede cambiar a las personas"

"La necesidad que se tiene de contar historias va más allá de las cuestiones puramente económicas"

Javier Yagüe.

Javier G. Yagüe (Sevilla, 1961) es el director y uno de los cuatro autores de "Nada que perder", un "thriller" que se representa mañana sábado el club del Niemeyer (20.30 horas). Es, además, uno de los fundadores de la sala Cuarta Pared, puro emblema del teatro alternativo nacional desde hace más de tres décadas. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono, minutos antes de acudir a la presentación de su último montaje en el teatro Arniches de Alicante, que estos días acoge la última edición de la Muestra de Autores Contemporáneos.

-Tres temporadas en la Cuarta Pared colgando el cartel de no hay localidades.

-Llevamos año y pico con "Nada que perder" y estamos más que contentos con el resultado. Desde el principio hemos encontrado una respuesta entusiasta de los espectadores y también de la crítica. Y, además, en las redes sociales. Terminamos la primera temporada y muchos se quedaron sin ver la función. Volvimos una segunda vez y pasó lo mismo. Repetimos la tercera vez, pero no podemos quedarnos en Madrid. Teníamos que comenzar la gira.

-¿Y a qué cree que es debido?

-Teníamos algunos proyectos que tuvimos que aparcar cuando llegó la crisis. Recientemente, los retomamos. Los asuntos que nos preocupaban entonces, lo seguían haciendo ahora. La circunstancia era que más que en una crisis económica estábamos en una crisis moral. Quisimos, pues, cuestionarnos las conductas que han provocado todo esto. Y todo lo hicimos con "Nada que perder", que no es un discurso moral, ni teatro documento; para eso está la prensa. Se trata de un "thriller". Hay una investigación de un asesinato que atrapa al espectador desde el primer momento. La obra es muy intensa y este aspecto es el que el público recoge muy bien desde el principio. Tras la búsqueda del asesino, nos internamos bajo las zonas más oscuras de la sociedad.

-Escriben cuatro autores.

-Es lo que acostumbramos a hacer casi siempre. Cuando tenemos claro qué queremos contar, convocamos a los autores. Después, ya con los actores, el proyecto sigue creciendo. Entendemos que el teatro es un hecho colectivo en el que todos suman. Y lo practicamos.

-Hay ocho interrogatorios.

-Esa es la estructura que hemos decidido: más que diálogos, interrogatorios; uno quiere saber lo que otro oculta. Así se dan el padre y el hijo, el del abogado y su cliente...

-Han logrado el aplauso unánime de la crítica.

-Afortunadamente. Se da la circunstancia de que, cuando llega el estreno, normalmente nosotros ya estamos a otra cosa: pensando en lo siguiente. La verdad es que ahora no tengo muy claro qué va a ser. Así que a nosotros, la influencia nos llega de manera relativa. A los actores es distinto: ellos tienen que pelear cada función cada noche, claro. Pero leer lo que han leído genera confianza en el trabajo. Lo que, en realidad buscamos, es que los espectadores salgan del teatro comentando la historia que les hemos ofrecido. No es fácil que el teatro cambie el mundo, pero sí que puede cambiar a las personas.

-¿Vuelven las compañías estables a copar la programación de los teatros?

-Creo que sí. A diferencia de los actores sumados a un proyecto. Pero esto es consecuencia de la crisis. Desafortunadamente, la crisis ha generado un teatro de necesidad y eso nos conduce a las compañías estables. Sigue existiendo la necesidad de contar y la mejor manera de hacerlo es junto a personas con las que tienes coincidencias estéticas o ideológicas, es decir, en compañías que trabajan de manera continua. La necesidad de contar historias va más allá de las cuestiones puramente económicas, estoy seguro.

-Llevan tres décadas al frente de una sala alternativa.

-Nacimos en la primera oleada de este tipo de salas como reacción a eso de lo que hablaba antes: la necesidad de contar historias, de ponernos en contacto con el público sin necesidad de intermediarios. Era entonces un momento en que acababan de caer las giras, pero la necesidad de estar sobre el escenario no había cesado. Eso ahora se repite y el resultado es que hay muchas salas en Madrid y da la sensación de que los espectadores pueden perderse: no saben qué línea sigue cada sala, si es que acaso la siguen. Entiendo que esto tiene que volver a un equilibrio porque doy fe de que la afluencia de público ha aumentado.

-Y, encima, ustedes tienen una buena gira por delante.

-No nos podemos quejar. Es cierto, eso sí, que han caído los presupuestos de cultura de los ayuntamientos y eso se refleja en la contratación. En todo caso, muchos han mostrado interés en este trabajo que tenemos y estoy convencido de que se traducirá en contrataciones.

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