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AMELIA OCHANDIANO | Directora de "Una gata sobre el tejado de zinc caliente"

"Hemos pasado de cobrar por trabajar en el teatro a tener que pagar por actuar"

"La base del proyecto es el personaje del abuelo, y sólo podía tener cuerpo si lo interpretaba un actor como Juan Diego"

Amelia Ochandiano, en una imagen de archivo. MIKI LÓPEZ

La directora madrileña Amelia Ochandiano tiene casi lista "Una gata sobre el tejado de zinc caliente", el drama del escritor norteamericano Tennessee Williams que protagoniza Juan Diego y que se estrena el viernes que viene en el Centro Niemeyer. En sólo dos días se agotó casi el millar de entradas puestas a la venta. Y eso sucedió a comienzos de octubre. El estreno nacional de la obra que hicieron popular Elisabeth Taylor y Paul Newman es el primero que acoge el auditorio del complejo cultural de la ría en su corta pero intensa historia. Ochandiano conversa con LA NUEVA ESPAÑA por el manos libres: se dirige al auditorio de Arganda. Allí tiene que ultimar los detalles de iluminación y escenografía. La semana que viene estará en Avilés, donde hace cuatro años estrenó "Lúcido", una de sus últimas producciones.

-¿Qué tiene su gata que no hayan tenido las anteriores?

-Nunca he pretendido hacer una gata distinta a las otras. La mía se sustenta sobre una versión que hizo el propio Williams y que se estrenó en Broadway en su momento. Tenía los cambios que le había sugerido Elia Kazan, que fue el encargado de dirigir la función. La película es de Richard Brooks, ya sabe. O sea, que me puse a trabajar con uno de los clásicos del siglo XX, un texto que lo tiene todo: el conflicto de Brick y la gata, pero también la trama del abuelo, que es muy importante. Y todo ello pasado por mi propio punto de vista, el de una mujer de mi tiempo.

-Tan importante es el abuelo, que Juan Diego es el actor que le da vida y el que, además, encabeza el cartel.

-Teníamos que empezar esta casa por los cimientos que nos diera Juan Diego. No aparece en el primer acto, pero no se deja de hablar de él. El segundo es todo suyo y en el tercero también es fundamental. La base del proyecto es el abuelo, y sólo podía tener cuerpo si lo interpretaba un actor como Juan Diego.

-Siempre le tocan los malvados.

-Es cierto, pero son los mejores personajes. Lo que los hace grandes son su aristas. Y de eso sabe mucho Juan Diego.

-Debe de molar estrenar en un teatro que nunca antes había acogido ningún estreno.

- (Risas). Claro. Imagínese, en menos de 48 horas se habían vendido todas las entradas. No habíamos siquiera empezado a ensayar, así que... ¡qué presión!

-¿Qué ha sido lo mejor de esos ensayos?

-Lo mejor ha sido la intensidad del trabajo llevado a cabo desde el principio: ensamblar cada una de las maneras distintas de trabajar que tienen los actores. No es lo mismo Ana Marzoa que Juan Diego. A nivel personal le diré que lo mejor ha sido sentir el aquel del creador. Ahora voy a Arganda a terminar algunas pijadas, pero quiero que funcionen todas muy bien para que el estreno sea perfecto.

-La productora es medio nueva en esto del teatro.

-Zebra Producciones se estrenó en el teatro con "El discurso del rey" y les fue muy bien. Proceden de los medios audiovistuales, pero se han implicado mucho con el teatro, que es un campo muy complicado para poder trabajar. Lo digo, lo sabe, por experiencia.

-Su empresa era "Teatro de la Danza".

-Eso es. Comencé a producir en 2004, pero en los últimos años tuvimos que parar. Hacer teatro se hacía insostenible. Es necesario que empresas como Zebra sigan tirando del carro.

-Entre sus obras están "La casa de Bernarda Alba".

-Fue un exitazo, pero estábamos en 2007 y eran otros tiempos. Giramos por todo el país e hicimos doscientas no sé cuantísimas funciones. Actuamos en teatros grandes y en pequeños. Viajábamos en un autobús las diez mujeres. Un espectáculo como aquel ahora es inviable. Estoy muy orgullosa de haber llevado la función por todos los sitios. Era un tiempo en que te pagaban por hacer tu trabajo.

-¿Ahora ya no?

-Ahora ya no. Nunca te harás rica por hacer teatro, pero entonces podías vivir con dignidad. Hemos pasado de cobrar por trabajar a tener que pagar por actuar.

-Cuénteme.

-Verá: antes cobrábamos un caché. Ahora no, ahora te dejan el teatro, te dicen: vas a taquilla, llénalo. He llenado con "Lúcido" allá por donde fuimos y he perdido dinero. ¿Por qué? Porque no toda la taquilla es para ti. Hay que descontar IVA, autores, gastos sociales, hoteles, transportes... Por eso hablo tan alto.

-"Lúcido" la estrenó en Los Canapés, en Avilés.

-Eso es. La despedimos en Uruguay en 2014. Fuimos candidatos a los premios internacionales de allí. Tenemos que entender que el teatro es algo por lo que hay que pagar.

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