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JUAN DIEGO | Actor, protagoniza esta noche "Una gata sobre un tejado de zinc caliente"

"Los actores que levantaron la cabeza, igual que los obreros, lo están pagando"

"Depende del entrenamiento que hagas es más fácil encontrar al malvado que ocultamos; a algunos no les hace falta ni ensayar"

Juan Diego finge abrocharse un corchete de la camisa. RICARDO SOLÍS

El actor Juan Diego (Bormujos, Sevilla, 1942) interpreta al padre de Brick en "Una gata sobre un tejado de zinc caliente", un espectáculo que se estrena esta noche (20.30 horas) en el auditorio del Centro Niemeyer, el primero de la historia en el escenario grande del complejo cultural. Tras la rueda de prensa de presentación del montaje, el actor atiende a LA NUEVA ESPAÑA en una de las aulas del complejo cultural de la ría.

-Hablaba de que encontró al padre buscando al malvado que tenía dentro porque todos llevamos uno. ¿Hay que trabajar mucho para hallarlo?

-Depende del entrenamiento que tengas en la vida. Hay quienes no tienen nada que hacer, que lo tienen tan asumido que no les hace falta ni ensayar.

-¿El trabajo de un actor es encontrar lo que le pida el director?

-Creo que hay algo más de lo que te pida un director... Por mucho que te pida tienes que contar con tu propio deseo. Lo puedes hacer, pero si no estás de acuerdo, si el director no te convence con razones, con encuentros entre los dos, pues no haces nada. Cuando el director te sabe conducir se encuentra con el trabajo hecho. "Si es muy fácil: lo único que tienes que mirar es qué tipo de zapatos usas". Y, entonces, es cuando a ti se te enciende la bombilla y encuentras al personaje. Es una tontería, pero los directores buenos son los que saben dar en el clavo. A partir de ahí, tú ya vas construyendo, ofreciendo.

-¿Y comprende a un tipo como al que va a representar en el Niemeyer?

-No hay que comprenderlo, hay que sentirlo. Porque si lo comprendes... ¡es que eres lo peor!

-La última vez que vino a Avilés hizo de un profesor de instituto.

-Un personaje en las antípodas de este que me toca ahora en el Niemeyer.

-¿Qué le aporta el oficio de actor en su vida?

-Esta profesión mía ha dado sentido a mi vida: me hace vivirla de otra manera.

-Le prestó el cuerpo a Maldonado, el de "El viaje a ninguna parte".

-Trabajé con Fernando (Fernán-Gómez) yo qué sé, hace como cuarenta y tantos años. Recuerdo que decía unos versos de Gutierre de Cetina a una actriz asturiana que se llama Mary Paz Pondal. Le decía esos versos a ella, pero no sé en qué contexto. Fernando me decía: "¿Y tú dónde aprendiste estas cosas?" Yo decía: "En Sevilla". [Imitando a Fernán-Gómez]: "Y además es andaluz". Bueno, pues ahí empezamos. Luego hicimos juntos dos o tres obras de teatro. Hicimos cine. Yo era un médico y tenía que beber vino y comer aceitunas. Por entonces, no tenía mucha confianza con él. Bueno, que eso es lo que ponía en el guión: que tenía que beber y comer aceitunas. "Perdón, Fernando, que yo no voy a comer aceitunas". (Con la voz de Fernán-Gómez): "¿Ah, no? ¿Por qué?". "Porque no me gustan". "Pues lo pone aquí". "Ya, ya. Ya lo he leído, pero es que no puedo. Me muero, lo paso fatal". "¿Y qué podemos hacer? "Hay unas de plástico...". Y el día del plano me hizo fotos para ver qué cara ponía. Fernando era de esos directores que te decían que la clave está en el zapato.

-¿Y cómo compuso a Franco?

-Lo último que tenía que hacer era mirarme en el espejo, abrocharme el corchete del cuello de la guerrera y ya estaba... el corchete jode mucho.

-¿Han pagado los actores estar al frente de las manifestaciones?

-Como lo pagaron los obreros del metal tras las reconversiones de aquí, de Asturias, o de Euskadi. Los actores y los obreros que levantaron la cabeza lo están pagando, aunque también hemos conseguido otra cosa que se va perdiendo, porque los ritos del trabajo están cambiando. Hablo de la dignidad. Venimos de una historia muy jodida en la que a los actores nos enterraban fuera de sagrado. ¡Encima que pretendan enterrarme en sagrado! Peleábamos por nuestros derechos, pero también por la dignidad: la taquilla no es todo. Rechazamos la mercantilización del mundo, no somos cosas.

-¿Y cómo va la batalla?

-Están ganando los malos y parece que se están instalando para quedarse. A nivel mundial y a nivel particular.

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