En Asturias hay unas 300 personas que padecen miastenia gravis, una enfermedad de las consideradas raras neuromuscular, autoinmune y crónica que, en un primer momento, tienen un "difícil diagnóstico" ya que se puede confundir con otras dolencias, como la fibromialgia y otros síndromes reumatológicos, lesiones oculares o, incluso, botulismo. "Al principio engaña porque no sabes a qué atribuirlo. En ese primer momento no causa tanto dolor pero luego puede cambiar radicalmente. A veces se solapa con otras enfermedades y es difícil de diagnosticar", reconoció ayer José Antonio Vidal, neurólogo del Hospital San Agustín, durante la conferencia organizada por el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés en la Casa de Cultura en colaboración con la asociación ADAMG (Asociación de Afectados por la Miastenia Gravis).

Algunos de los síntomas son visión doble, párpados caídos, disfagia y, en los casos más graves, debilidad en los miembros y dificultad respiratoria. Según el doctor, una vez diagnosticado y tratado, el paciente puede llevar una vida prácticamente normal, aunque siempre puede haber crisis. Lo que más recomienda es evitar situaciones de estrés pero, sobre todo, estar "bien de cabeza". Y es que hasta el 50 por ciento de los enfermos de miastenia gravis tienen depresión. "Eso dificulta la calidad de vida y la adaptación a la enfermedad. La energía no sólo viene del músculo sino también del cerebro. Es una enfermedad crónica pero tratable, pero requiere paciencia", aseguró al final de su intervención.