Un "Álvaro, te quiero" resuena en las paredes del teatro Palacio Valdés. Una voz femenina irrumpe momentos antes de que "Los Secretos" comiencen a actuar. Tras ella, otras voces corean lo mismo. "Y yo también", dice otra. "La elección de Asturias para este concierto no es casualidad, nos gusta tocar y estar aquí", expresó Álvaro Urquijo, vocalista de esta banda que tiene tras de sí tres décadas de historia, momentos antes de marcar el primer acorde con su guitarra.

El público no dejó de aplaudir y también de corear algunos temas que han enamorado a no pocas parejas y a varias generaciones. El patio de butacas estaba lleno de grupos de jóvenes de ahora y de los que por aquellos primeros años ochenta bailaban pegados con canciones como "María". Algunos de los asistentes no vivieron los ochenta, pero sí los noventa cuando la música de "Los Secretos" seguía manteniéndose en lo más alto. Los años han pasado y los acordes del "mejor grupo de pop español" siguen firmes, la única pena la desaparición de Enrique Urquijo. "Es indispensable para nosotros", expresó el vocalista y guitarrista, que le dedicó a su hermano alguna que otra pieza.

El espectáculo en acústico comenzó con "Siempre hay un precio", a la que siguió "No sé si se acuerda" y "Volver a ser un niño". Así hasta 27 canciones con varios bises. Precisamente, en el primero un grupo de personas levantó unos papeles que juntos rezaban "Gracias por elegirnos". Ese plano, presumiblemente, será uno de los que podrá verse en el documental "Los Secretos", que se grabó ayer en parte en el coliseo avilesino y repasará la intensa vida de esta banda formada en Madrid. La cinta está dirigida por Chema Vargas, que fue el encargado de desvelar antes de que "Los Secretos" se subieran al escenario que el espectáculo iba a contar con viejas y nuevas canciones. Así fue, no faltaron clásicos como "El boulevard de los sueños rotos", "Aunque tú no lo sepas", "Ojos de gata" y quizá el tema más popular de la banda, "Déjame". El público estaba encantado y no quería dejar a "Los Secretos", que como suele ser habitual, lo encandiló a base de acordes.