Manuel Robledo Núñez (Avilés, 1927) cumple el próximo 14 de enero 90 años y puede presumir, con esa edad, de ser el abuelo del fútbol avilesino, para el que escribió alguna página memorable durante las temporadas que vistió la camiseta del Real Avilés, en especial la disputada entre los años 1952 y 1953, con el equipo en Segunda División y clasificado para la liguilla de ascenso. Robledo tenía, aparte de una envidiable planta atlética y buena técnica de regate, el típico perfil de interior izquierda y militó dos temporadas en el Sporting en la máxima categoría del balompié español, su cumbre como futbolista.

Esta leyenda en carne y hueso del fútbol avilesino -de hecho es el último componente vivo del equipo blanquiazul que luchó por subir a Primera División- fue anoche el gran protagonista de la fiesta de hermandad que desde hace más de veinte años une a los exfutbolistas, antiguos técnicos y exdirectivos del Real Avilés y el Ensidesa. Siempre al son de la batuta de Toni Fidalgo, los veteranos rindieron homenaje a Robledo, al que dedicaron palabras emocionadas y al que entregaron una placa en recuerdo del agasajo. Nada comparado con la entrega que siempre demostró el avilesino sobre el terreno de juego y los días de júbilo que regaló a la parroquia local.

Anoche, Robledo, que fue coetáneo en los campos de fútbol de Di Stéfano, comentó con gran jovialidad que aún disfruta del fútbol, "pero por la televisión" y llegado el momento de posar para la tradicional foto de familia del medio centenar de asistentes a la cita futbolística de los veteranos del Real Avilés y el Ensidesa se dispuso a ocupar el sitio que en sus años mozos prefería para ser retratado con el once inicial: en cuclillas en medio de la fila inferior del equipo. Y con sus casi 90 años a cuestas, Robledo flexionó las piernas y se sintió otra vez futbolista.