La cronista oficial de Avilés, María Josefa Sanz Fuentes, considera que la ciudad tiene una deuda pendiente con Fernando IV. "Es un rey muy pero que muy olvidado y al que Avilés debe una calle, hizo por ella lo que nadie. Le concedió la exención del pago de tributos y la puso de cabecera de una comarca, del Alfoz de Avilés", aseveró la catedrática de Ciencia y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Oviedo en el inicio de la conferencia "El Camino de Santiago a través del Alfoz de Avilés", que impartió ayer en el Museo de la Historia Urbana.

Ese Alfoz partía del río Aboño, punto de partida de la ruta que repasó la cronista, y se prolongaba hasta Soto del Barco. Sanz Fuentes se refirió a enclaves que el peregrino se encuentra por ese Camino, como la capilla de los Remedios de Guimarán, la de San Pelayo de Trasona y su puente y la llegada de Avilés, antaño entre vegetación y aves acuáticas, ahora entre industrias y tráfico. Los peregrinos accedían a la villa por Rivero, calle en que don Pedro Solís fundó en 1515 el antiguo hospital de peregrinos. "Seguían por la calle La Ferrería. La fachada de los cines Marta y María está llena de emblemas jacobeos. Se pueden ver un friso con un cordón franciscano y conchas de Santiago", explicó al numeroso público que participó en el acto.

Sanz continuó el paseo por la calle La Ferrería y Sabugo, barrio del que se salía hacia San Cristóbal por la puerta del Fresno. Fue contundente con el trazado del Camino de Santiago por el concejo de Castrillón: "El Camino medieval no iba por el castillo de Gauzón. En esa época se tenía miedo al agua, se huía de ella. ¿Cómo iban a salir los peregrinos por una marisma que no se seca hasta que se hace la estación de tren? Había que bajar por el Campo del Conde, por debajo de Coto Carzado, y seguir a San Miguel de Quiloño. El Camino solo baja a la playa cuando no queda otro remedio".

La ruta continúa hacia Santiago del Monte y llega a Soto del Barco, en el balcón a la desembocadura del Nalón. Los peregrinos que realizan el camino por Avilés se adentran en la ciudad después de atravesar una amplia zona industrial. "Pero llegan al casco antiguo de Avilés y se enamoran, les da un subidón tremendo. Y tenemos un buen albergue. Se les puede explicar la historia y pueden disfrutar de una parte rural bonita entre Piedras Blancas, Santiago del Monte y el balcón del Nalón", concluyó Sanz Fuentes.