La relación entre el antiguo profesor de Ciencias Naturales del colegio San Fernando Julio López Peláez y uno de sus discípulos predilectos, Alejandro Cernuda, es más afortunada aún desde hace unos días a cuenta de los niños de San Ildefonso. A primera hora del pasado jueves, el docente descubrió que el décimo que Cernuda le había regalado con el número 59.444 había sido agraciado con el cuarto premio de la lotería de Navidad. "Desde hace tres o cuatro años me regala un décimo y este año tardó en dármelo. Lo compró a última hora, un par de días antes del sorteo. Le di las gracias, como siempre, pero ¿quién iba a pensar que te iba a tocar?", se pregunta López Peláez.

El caso es que sí, que el décimo que le había regalado Cernuda escondía 20.000 inesperados euros. "Igual que han venido se van a marchar. Los vamos a gastar en una reparación que está pendiente en casa y en incentivar la economía local", bromea López Peláez, especialista en Geología. "Vamos a contratar viajes e ir de cena hasta que se acabe. Ya habrá tiempo de volver al estado natural de las cosas", sentencia.

Cernuda fue alumno de López Peláez. Y ahora da clases de Matemáticas en el mismo centro educativo en el que su mentor se jubiló recientemente. El discípulo se había formado como Ingeniero de Minas. La parte práctica del máster de formación al profesorado la hizo en el colegio San Fernando. "Es decir, que tenemos muy buena relación", apunta el geólogo. "Empezó a comprar los décimos hace tres o cuatro años. Esta vez se fue a la administración de Fernández Balsera y compró tres décimos: uno para él, otro para mí y el tercero para un amigo común", cuenta López Peláez. Todo corrió por el camino de lo más normal hasta que llegó el día del sorteo. "Me conecté a los periódicos digitales y descubrí que en Avilés había tocado el cuarto premio. Sabía que no era el que habíamos jugado en el colegio, así que miré este. Y ahí estaba. Iba a llamar a Alejandro, pero estaba en clase (el jueves todavía había clase). Le mandé entonces un whatsapp y al poco me devolvió la llamada. Estaba muy nervioso, mucho más que yo. Los dos, sin embargo, llenos de alegría", destaca el conocido profesor.

"Lo que viene fácil, que se vaya fácil", cuenta López Peláez. "El jueves quedamos por la tarde para asistir a la presentación de un libro. A la vuelta, paramos a tomar algo. Fue la primera cena. Vendrán más", promete el profesor, que ignora qué se hace ahora con el décimo porque es nuevo en esto de la fortuna tan abundante. Lo que sí que sabe es que viajará mucho, hará la reparación que le rondaban a él y a su mujer en la cabeza y, cuando se acabe el dinero, como el cuento, "se habrá acabado y punto final".