El mago José Armas (Oviedo, 1985) protagoniza el espectáculo "Somos magia", que esta tarde (18.00 horas) acoge el teatro Palacio Valdés. Además, es el promotor de la VI Semana Mágica, un montaje que se reparte entre Gijón y Avilés y que concluirá el próximo día 5 de enero con una gran gala internacional que se desarrollará en el Niemeyer. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.
-¿Cómo se hace uno mago?
-Era un sueño recurrente cuando yo era niño, pero como lo de ser astronauta o futbolista: irrealizable. Era aficionado, eso sí. Me quedaba en casa para ver los programas de televisión de magia, cuando todavía los ponían. Me quedaba embobado, pero con la conciencia de que era imposible.
-¿Y cuándo lo fue?
-Estudiando Ingeniería Informática en Oviedo me empezaron a ofrecer algunos contratos, pero siempre encontraba una excusa para no aceptarlos. No entendía que por eso que hacía a los amigos pudiera cobrar.
-No le duraría la duda mucho, ¿no?
-Verá. Había hecho algunos espectáculos benéficos para niños con cáncer ingresados en el hospital y también a los niños del Sáhara. Un día me llamaron de la asociación de familiares de niños enfermos. Me propusieron actuar en el teatro Filarmónica de Oviedo. Y dije que sí. Pero, cuando colgué, me di cuenta del lío en el que me había metido. Los magos empiezan con amigos, suben al salón de actos de un colegio y terminan en un teatro... Me preparé el montaje y fue un éxito. Había estado muy nervioso y esperando que ocurriera algo que obligara a la suspensión, pero no. El caso es que terminé y me dije: "Pues haría otras diez funciones otra vez".
-Los que quieren ser magos no se pueden apuntar Hogwarts.
-Todos los magos tenemos formación autodidacta, por eso somos tan pocos. Lo que hacemos es viajar, ver números de otros magos y tomar nota.
-¿Se puede vivir de la magia?
-Yo vivo de la magia desde hace años, así que sí se puede. Me pagué los estudios de la Universidad para que en casa estuvieran tranquilos, pero me hice cargo de estos gastos. Al poco formé El Ilusionista y nos dedicamos a la producción de espectáculos de magia, como el que llevaremos mañana [por hoy] a Avilés.
-Hay un número de escapismo.
-Después de darle mucho a la cabeza logré el número de escapismo: me esposan, me encierran en un baúl, me elevan al aire y hay una mecha que se enciende y tiene 30 segundos... Es el número de teletransportación. Lo ponemos al final porque, si no sale bien, al menos se habrá podido disfrutar de hora y pico de magia.
