Los responsables de la rula de Avilés, pese a no haber sido un año excelente, confían en cerrar el ejercicio sin pérdidas. "Las cifras de descargas no son malas. Hemos bajado, sí, pero es que venimos de dos años que fueron extraordinarios", aseguran. Hasta el pasado noviembre, la rula acumuló una facturación de 29,8 millones de euros y si la campaña navideña da sus frutos, al cierre del año se podrían rebasar los 31 millones, una cifra sólo superada en 2014 y 2015, cuando se sobrepasaron los 36 millones de euros, según los datos de la dirección general de Pesca del Principado.

El año que está a punto de terminar estuvo marcado por el "fallo" de dos costeras que habitualmente proporcionan un alto rendimiento a la lonja local: la xarda y el bonito. En el primer caso, se notó una menor presencia de embarcaciones portuguesas, que en años anteriores habían permitido alcanzar unos datos muy notables de descargas. En el segundo, fue una muy buena campaña para aquellos que pescan bonitos en barcos de tanqueo -que no pueden entrar en la ría avilesina por la calidad del agua- y también influyó el cierre repentino de la costera al haberse agotado el cupo.

"Son dos campañas muy significativas que no fueron una maravilla", aseguran los responsables de la rula. A eso se añade que las descargas de merluza están dando más de un quebradero de cabeza a los miembros de Nueva Rula de Avilés. La merma de las cuotas están afectando a la principal especie que se subasta en Avilés y que deja los mayores ingresos a lo largo de todo el año.

La caída de las ventas -acumula un 25 por ciento respecto a 2015- también tiene que ver con la fluctuación de las propias especies. Y es que los barcos trabajan en función de las pesquerías y descargan en los puertos más cercanos a donde capturan los peces. Eso sucede, por ejemplo, con pesquerías como la anchoa. Este año, ese producto se vendió sobremanera en las zonas de Cantabria y País Vasco.

A la idiosincrasia de las especies se suman los problemas que afrontan los pescadores asturianos con el recorte de las cuotas, lo que también tiene su repercusión en la rula de Avilés. En apenas seis años, las descargas de los barcos de la región han pasado de suponer el 80 por ciento de las subastas al 48 por ciento. En la actualidad, la oferta la nutre, además de los asturianos, de barcos llegados de otras comunidades cantábricas, de Francia y de Portugal.

"Esa situación ha provocado que tengamos que cambiar el modelo de gestión obligados por las circunstancias. El objetivo es tener instalaciones con servicios atractivos para vender y una estructura comercial potente y competitiva", afirmó hace unas semanas Ramón Álvarez, que retornó a la gestión de la lonja local el pasado 1 de noviembre.