Decenas de personas despidieron ayer en la iglesia de Salinas, en Castrillón, al médico traumatólogo Antonio Rubio, fallecido el día de Navidad a los 67 años. Hasta el templo castrillonense se desplazaron numerosos profesionales sanitarios del San Agustín, donde Rubio trabajó durante más de tres décadas.

Un ataque repentino a la puerta de una confitería, a donde había ido a comprar unos dulces para disfrutar de las fiestas con los suyos, acabó con su vida, castigada por la enfermedad desde hacía años.

Antonio Rubio González se formó en el Hospital de León y llegó al San Agustín con la residencia ya hecha. Dedicó toda su vida laboral al complejo sanitario avilesino y por su manos pasaron cientos de pacientes en más de treinta años de carrera profesional y hasta su jubilación, hace unos cuatro años. Vivía en Salinas (Castrillón), donde de tanto en cuando aún se reunía con algunos colegas del Hospital para celebrar tertulias y debates con posos científicos.