La magia de la Navidad no es cuestión de edad. "Nunca me habían traído tantos regalos, no esperaba por ellos. Yo lo que pido es paz y tranquilidad", decía Manolita López, "Tita", tras recibir la visita de los Magos de Oriente en el centro de mayores del Nodo. A su lado, Enedina Rodríguez presumía de parentescos: "Hoy he descubierto que soy tía de un rey, de Gaspar".

Los mayores de la residencia disfrutaron como niños de la presencia de Melchor, Gaspar y Baltasar, que les agasajaron con caramelos, perfumes y relojes. "Mira, yo ya lo puse en hora, pero lo que yo les pido es salud, ni dinero ni amor", apuntaba Luis Domínguez Caraza. "Pues yo no pido nada, ánimo para estas chicas que nos cuidan, que están las pobres agotadas. ¿Sabes lo que pelean con cada uno de nosotros?", apuntaba una de las más veteranas, Maruja Fernández.

La visita al centro del Nodo fue el último acto oficial de los Magos de Oriente en la comarca avilesina. Al cierre de esta edición, ya se encontraban de vuelta en su tierra. "La noche fue agotadora, pero afortunadamente el buen tiempo facilitó el reparto de los regalos. Los niños demostraron mucha responsabilidad y pidieron regalos en cantidades austeras. Solo sobró carbón y lo entregamos al puerto de Avilés como combustible para las calefacciones", explicó Melchor, el más parlanchín del trío regio.

Los Magos tuvieron palabras afectuosas para los avilesinos de más avanzada edad. "Las personas mayores, a las que los Reyes tenemos un cariño especial, nos dieron una lección de humanidad, nos contaron historias de cuando eran niños y nos pidieron que nunca les falte el cariño de quienes les cuidan. Agradecemos a la gente de toda la comarca las muchas atenciones que tuvieron con nosotros", añadió el Rey que porta el oro. Mientras los Reyes cumplían con su agenda, los pequeños de la comarca disfrutaban ya de los juguetes que habían pedido a sus majestades de Oriente. La pequeña Lía Solís vio como su Hatchimals (uno de los juguetes que se agotó estas navidades) salía de su huevo y Vega Sánchez rodaba por toda la casa en su moto.

El pequeño Martín Chamorro abrió los ojos como platos al descubrir en el salón de su casa el avión con torre de control incluida que había pedido en su carta a los Reyes y Alejandro Pérez enseñaba entusiasmado a sus amigos en el parque su reloj Yo-Kai.

La de ayer fue una jornada gélida caldeada por la ilusión. Las colas en las confiterías se concentraron en las primeras horas de la mañana y los juguetes recién llegados de Oriente tomaron los parques de toda la comarca, como manda la tradición.

"Fue emocionante la gran cantidad de gente que acudió a las cabalgatas, muy cariñoso el recibimiento y ejemplar el comportamiento. Ya estamos de regreso a nuestros reinos con la satisfacción del deber cumplido y contando los días para volver a vivir otra noche tan mágica y llena de emociones", se despidió Melchor. La cuenta atrás ya está activada.