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La continuidad de las baterías reportaría 270 millones al año a Arcelor-Mittal

Mandos de la instalación y exsindicalistas de la siderúrgica discrepan sobre la idoneidad del cierre del complejo

Las baterías de coque de Avilés, ayer al atardecer. MARA VILLAMUZA

El apagado, cierre y desmantelamiento de las baterías de coque se Avilés se da por hecho a estas alturas en casi todos los estamentos avilesinos, pero queda un reducto de siderúrgicos -mandos de la empresa y afines al movimiento sindical, la mayoría ya en la reserva- que defiende la conveniencia de prorrogar al menos diez años la vida de la instalación. Este colectivo ha hecho números para avalar su tesis y concluye que, al precio actual del carbón de coque en el mercado internacional -unos 300 euros por toneladas-, la continuidad productiva de todas las baterías de coque avilesinas -ocho- reportaría a Arcelor unos ingresos anuales de 270 millones de euros.

Ese no es el único escenario económico que han analizado los defensores de la continuidad de las baterías: en caso de liquidar el complejo, el déficit de carbón de coque que tendría Arcelor en Asturias sería de, como mínimo, 400.000 toneladas anuales -las baterías que se reconstruyen de Gijón tienen una capacidad de producción estimada de 900.000 toneladas y la demanda de los hornos altos ronda 1,5 millones de toneladas-; eso, al precio de mercado del carbón de coque, obligaría a importar por valor de 120 millones de euros anuales. La tercera hipótesis ahonda en la idea de evitar el pago de esa factura por la importación de carbón de coque: consiste en mantener abiertas sólo cuatro de las ocho baterías avilesinas -las que tienen una mayor vida útil estimada- para equilibrar la curva de demanda de los hornos altos y la de producción de las baterías de Gijón y Avilés.

"Que sean 'viejas' como despectivamente las tildan los interesados en cerrarlas (las baterías 1 a 4 tienen cuarenta años y las numeradas del 5 al 8 cincuenta) no significa que no sean útiles, estratégicamente imprescindibles y altamente rentables. En un palabra: importantes. El rompecabezas siderúrgico de Asturias, lo que es lo mismo que decir el puntal de la siderurgia integral española, depende del carbón de coque. Que nadie lo olvide", manifestó a este diario uno de los miembros del grupo de trabajo que defiende la continuidad de las baterías de coque de Avilés y que aspira a abrir un debate sobre la cuestión "más allá de los intereses urbanísticos o las fantasías de reindustrialización".

Además del argumento económico, los detractores del cierre de las baterías de coque invocan el impacto sobre el empleo que tendría la clausura del complejo. "Hablamos de cuatrocientos empleos directos y otros tantos, al menos, indirectos. Sobre los primeros, cabe pensar -ya veremos- que Arcelor garantizará la recolocación, pero los segundos están condenados a desaparecer. ¿Y esto para qué? ¿Qué empresa o industria se puede asentar en la zona para generar una cifra similar de empleo y con la misma calidad?", se pregunta la vieja guardia siderúrgica, el colectivo contrario a amputar la última instalación activa de Arcelor en el concejo de Avilés.

Ni siquiera la contaminación que generan es un obstáculo para defender la continuidad de las baterías de la ría entre quienes prefieren su silueta humeante antes que la hipótesis de "un cadáver industrial abandonado que aún no está claro ni quién va a tener que descontaminar ni qué uso tendrá". En medios internos de Arcelor, hay ingenieros que cifran en más de 30 millones de euros las inversiones realizadas en los últimos años para paliar las emisiones y los vertidos con origen en las baterías, además de los tres millones de euros que cada año presupuesta Arcelor para tareas de mantenimiento. "Haber gastado ese dinero para ahora cerrar la instalación es un desperdicio", concluyen.

La aceptación del cierre de las baterías de coque de Avilés en medios sindicales -las centrales mayoritarias han dado el brazo a torcer con la única condición de que se garantice la recolocación de los trabajadores- descolocó a los convencidos de que tal medida es un error. "No es la primera vez que sentencian a las baterías y sin embargo ahí siguen activas. Por eso, y por las razones de lógica económica que exponemos, confiamos en que alguien entre en razón y detenga este entierro, porque el muerto aún está muy vivo", concluye un portavoz del grupo de defensa de las baterías de Avilés.

Más información en pág. 27

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