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Unión vecinal contra una oleada de robos en Avilés

Miranda sale a la caza del "Gacela"

LA NUEVA ESPAÑA acompaña a los vecinos que patrullan el barrio para dar con el ladrón que ha asaltado varias casas en los últimos meses y que ya tienen identificado: es joven y enjuto

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Patrullas vecinales en Miranda, Avilés

Es enjuto y joven, si no menor de edad. Mide poco más de metro y medio y corre que vuela. Un chaval que responde a esta descripción trae de cabeza desde hace meses a los vecinos de Miranda. Y no es para menos. Son pocas las casas de este barrio avilesino que no presentan una verja forzada, una valla rota o un candado violentado. Los vecinos achacan a este joven al menos quince robos; la mayoría, de aperos, maquinaria ligera, electrodomésticos o bicicletas, aunque el supuesto ladrón también logró algún cuantioso botín. Los afectados tienen el asunto en manos de la Policía Nacional y la Guardia Civil -en el barrio, según la zona, tienen competencia ambos cuerpos- , pero lamentan que su presencia en Miranda sea fugaz. "En las últimas 48 horas no ha pasado ni un coche patrulla", critican. Por eso los lugareños siguen adelante con las patrullas nocturnas. LA NUEVA ESPAÑA compartió con uno de los grupos de control unas horas el pasado domingo. Su sueño: cazar a ese joven que les quita el sueño, el "Gacela".

En las patrullas urbanas de Miranda participa un grupo variable de personas. "Los fines de semana hay más gente que de lunes a viernes", explican. Habitualmente se distribuyen en parejas, y durante unas dos horas recorren sin descanso los caminos de Miranda. Pero no van por asfalto, si no por las fincas que habitualmente cruza el caco para cometer sus fechorías. Ninguno quiere decir su nombre. Tampoco quieren ser reconocidos en las fotografías. En Miranda hay miedo a ser víctimas de un ladrón que los "agentes vecinales" han tenido a un palmo un par de veces. Ambas veces salió por patas. Rápido, muy rápido. "Corre que se mata, es imposible cogerlo", dicen. Y apuntan: "Es una persona que conoce a la perfección Miranda, las carretas y caminos. Por la noche se mueve con soltura, no usa ningún tipo de luz para ver por dónde pasa y no deja huellas".

Las patrullas nocturnas de Miranda comienzan a trabajar al caer la noche, aunque cualquier momento es bueno, aseguran, para dar un garbeo de control por el barrio. Luego suelen moverse siguiendo los ladridos a veces desesperados de los perros, los mejores vigías del barrio. Saben que están cerca de cazar a su presa. Están seguros de saber donde descansa -a veces, dicen, entre fardos de hierba; otras, en casetas, casas o una caravana abandonada- y ya conocen su "modus operandi". "El chaval este es un guaje que suele andar solo. Si consigue algo, entonces es cuando vienen sus refuerzos", explican indignados los vecinos y afectados de Miranda.

Los "agentes" salen haga frío, viento o lluvia, da igual la Luna. "Llevamos sufriendo robos hace mucho tiempo pero con las patrullas llevamos unas tres semanas. Estamos hartos de vivir esta situación. Hay personas que han puesto sus casas o cuadras en venta porque esto es insostenible", subrayan.

En Miranda viven muchas personas mayores y solas de las que se aprovechan los canallas. A su favor los ladrones tienen la falta de alumbrado en algunas calles y que entre casa y casa hay varios metros. Pero los vecinos no van a cejar en su empeño hasta pillar con las manos en la masa a un chaval que ya tienen identificado.

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