Álvaro García se pasa el verano en Llanes: es socorrista de la Cruz Roja. "Me dicen que por qué trabajo gratis, les digo que no, que sólo soy voluntario; que me doy por pagado si contribuyo a que aquel al que he ayudado pueda ir esta noche a cenar", explica a LA NUEVA ESPAÑA. Él fue uno de los 150 voluntarios de la organización que se citó ayer en la base logística de la antigua rula. "Aquí guardamos gran parte del stock que utilizamos en los albergues que montamos. También tenemos una de las embarcaciones que transportamos por carretera para salir a ayudar a quien más lo necesita". El que habla es David del Valle, que es el director de Socorros y Salud de la Cruz Roja en Asturias. "Queremos dar a conocer nuestro trabajo y agradecer los servicios a nuestros voluntarios, que son fundamentales", apostilla.

Y los trabajos son arduos. "Hemos atendido en 2016 más de 860 eventos. Desde una fiesta de prao a un partido del Sporting", recalca Del Valle, que está acompañado por Belarmino Martínez, el presidente de la asamblea local de Avilés, el anfitrión de una actividad que hasta ahora no se había realizado en Asturias nunca.

Alejandro Coveño, que es de Gijón, juega junto a media docena de voluntarias. "El área de juegos es importante: la montamos para entretener a los familiares que buscamos", explica Del Valle. Coveño ha pasado también por la tienda en la que Matías Amaro Fonseca, voluntario de Siero, explica cómo hay que reaccionar ante una persona tirada en el suelo. "Oír, ver y sentir", dice.

"Oír porque a lo mejor no le pasa y sólo está durmiendo la mona. Ver, para asegurarnos de que sí que le pasa algo y sentir lo que le sucede", señala. "Y cuando vemos que el hombre está herido, ¿qué hacemos?". Hugo e Inmaculada, dos niños que entusiasmados por el trabajo de los voluntarios dicen: "Llamar a, 112". Fonseca se ríe: "Y no colgar. Hay que decir: 'Oye, que estamos en la rula, en la de Avilés, no vaya a ser que la ambulancia vaya a Málaga". Un grupo se scouts -el Kelthiké- también se ha sumergido en el campamento de Avilés. Álvaro García no tuvo que socorrerlos.