La multinacional anglo-suiza Glencore -propietaria de la empresa Asturiana de Zinc (Azsa)- finalmente, y tal y como había adelantado LA NUEVA ESPAÑA, ha dado permiso para que se materialice una ambición histórica de la dirección de la fundidora de San Juan de Nieva: que se centralice en los muelles de Avilés el negocio del cinc que la corporación que preside Ivan Glasenberg explota en Europa.

La compañía ha presentado en la Autoridad Portuaria de Avilés parte de la documentación precisa para la construcción de un gigantesco almacén para producto acabado y para mineral. Este "almacenón", el mayor de Europa dedicado al cinc, será tan grande como siete campos de fútbol. La construcción de esta supernave -de 47.000 metros cuadrados- costará 10 millones de euros y el inicio de la obra está pendiente de la autorización del Puerto de Avilés. Lo previsto, en un principio, es que esta autorización salga del consejo de administración a celebrar durante el mes de marzo.

El "almacenón" se llevará la parte del león de la inversión autorizada por Glencore para su nueva terminal logística de importación y exportación. Lo previsto es que en los muelles de Avilés se acopie hasta la mitad de la producción de metal de la planta de San Juan de Nieva (algo más de 250.000 toneladas). Además, en la misma nave se acumulará la blenda -sulfuro de cinc- que llega a Asturias procedente, principalmente, de Australia y Alaska.

La apuesta de Glencore por Avilés es natural, apuntan en medios sindicales: la segunda fundidora de cinc del planeta es la de San Juan de Nieva. El 65 por ciento del negocio del cinc de Glencore es el que produce Asturiana de Zinc (el resto viene de sus plantas de Portovesme, en Italia, y Nordenham, en Alemania). Se da la circunstancia, además, de que la competencia directa de Azsa en Europa -Nyrstar- ha abandonado el negocio del cinc. La conclusión a todo esto es que la comarca de Avilés consolidará la capitalidad europea del cinc (la tonelada de este metal cotizó ayer en la Bolsa de Metales de Londres a más de 2.800 dólares).

Hasta la fecha, los muelles de San Juan de Nieva del Puerto de Avilés se habían limitado a servir como explanadas en las que la empresa Asturiana de Zinc acumulaba su producción al aire libre. Hasta el momento en el que se iniciara la estiba, los lingotes de cinc únicamente tenían como protección un plástico. Una de las razones para iniciar la construcción del "almacenón" es precisamente ésa: proteger el producto de las inclemencias meteorológicas y del polvo para evitar posibles reclamaciones de los clientes. Y es que al aire los lingotes se llenan de impurezas de otros áridos almacenados en los muelles (carbón, clínkler...) La otra razón es estratégica y tiene que ver con la mayor o menor cotización que tenga el metal en la Bolsa de Metales de Londres (LMA), la institución que determina el precio mínimo al que se puede comerciar con las materias primas principales del mercado internacional de los metales.

Glencore anunció en octubre de 2015 que iba a limitar la extracción de mineral de cinc con el fin de favorecer la elevación de su precio (a menos cinc en el mercado, mayor precio). El almacenamiento de cinc va en el mismo sentido, sobremanera cuando mercados tan potentes como el de China reclama cada vez en mayor medida cinc con destino a la galvanización de acero (elemento fundamental en sectores como el automovilístico y la construcción).

En la actualidad, el negocio del cinc en San Juan de Nieva sigue estos derroteros: los muelles de Avilés almacenan a la intemperie el mineral que llega de Alaska o Australia a bordo de barcos de clase "panamax" y de hasta 60.000 toneladas de carga. Ese mineral se procesa en la planta y el sulfuro de cinc se convierte en óxido de cinc con impurezas, que seguidamente se purifica tomando forma de sulfato de cinc puro. Los barcos con metal se trasladan a Nordenham, en Alemania. La apuesta de Glencore por el cinc asturiano coloca a la región a la cabeza de un negocio floreciente.