La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A dos pasos | Llaranes (y II)

Llaranes guía la historia de una ciudad refundada a contrarreloj

Los vecinos organizan un sinfín de actos por el 60.º aniversario del poblado y defienden el potencial turístico del barrio

Arriba, el párroco José María Murias pasa por delante del retablo, de 1521; a la derecha, un mural de Echanove en el economato. Debajo, la iglesia. M. V.

El poblado obrero de Llaranes es considerado por los expertos como uno de los más importantes de Europa "por su calidad arquitectónica, artística y por su excelente estado de conservación". A punto de cumplir 60 años, este barrio de productores gestado a unos tres kilómetros de Avilés se ha convertido en el mejor yacimiento para leer la historia del fenómeno social que acarreó la implantación de Ensidesa y que supuso refundar una ciudad a contrarreloj. Pero Llaranes es más que un pueblo siderúrgico. Y nadie mejor que José Ángel del Río para explicar porqué las cosas de Llaranes, que fue "Larius" donde hoy está el camino de San Lorenzo. "Si excavan en la finca que hay detrás de la capilla se encontraría otro Llaranes", dice.

En las inmediaciones del templo ya se encontraron varias hachas del periodo Neolítico y monedas romanas que ahora el Club Popular de Cultura "Llaranes" quiere recuperar para un futuro centro de interpretación que recogerá en una ubicación aún incierta la historia del pueblo. Porque antes de la llegada de Ensidesa, en Llaranes hubo una importante actividad desde la Prehistoria hasta la Edad Contemporánea, pasando por el período de romanización y por la etapa altomedieval, de la que se conserva el templo de San Lorenzo. Este templo con una ventana geminada altomedieval tuvo cura hasta 1601 y ahora abre sus puertas una vez al mes y el día de la fiesta, en agosto. "Antes de morirme me gustaría saber por qué Llaranes tuvo tanta importancia", apunta Del Río.

Con centro de interpretación o sin él, Llaranes ya es un museo al aire libre. Lo sabe bien Rubén Domínguez, presidente del Club Popular de Cultura y acérrimo defensor del pueblo que le vio nacer. Tanto es así que su entidad, una de las más dinámicas del barrio, lleva tiempo ofreciendo recorridos guiados. Sólo el pasado año más de 200 personas se acercaron al barrio para conocer un capítulo importante de la historia de Avilés. Uno de los itinerarios parte de la capilla de San Lorenzo. En las inmediaciones se pueden ver aún casas mariñanas como la de Lola de Xuan. Unos metros más abajo, las casas de capataces: cuatro por bloque.

La ruta se adentra en un poblado de tejados de pizarra ideado, como casi todo en Llaranes, por los arquitectos Juan Manuel Cárdenas Rodríguez y Francisco Goicoechea. A un lado, y como cierre, las casas "pantalla"; luego, los "pabellones" y en el centro, la Plaza Mayor, ahora con reloj de carrillón.

El poblado de Llaranes era el mejor de los mundos posibles para un obrero. El itinerario guiado por Domínguez pasa por el colegio femenino inaugurado en 1955. "Es una joya pictórica y arquitectónica", subraya. En las aulas está la mano de Javier Clavo, Luis Echanove y Cárdenas. Tras la apertura de este centro, muchos de Llaranes pasaron a estudiar en "tubos", unas construcciones modulares en forma de medio cilindro, diseñados y construidos por Ensidesa a finales de los años cincuenta para la escolarización infantil y que funcionaron hasta la década de los setenta junto al campo de fútbol "Santa Bárbara". Uno de estos tubos previsiblemente volverá a instalarse en Llaranes ahora, por el sesenta cumpleaños del barrio. En 1959 se construyó el nuevo colegio destinado a los niños y regido por los Padres Salesianos. Ambos centros fueron adquiridos por la Consejería de Educación al cierre de la fábrica y constituyen actualmente el colegio público Llaranes.

La excursión continúa por uno de los parques de Llaranes inaugurado al tiempo que el poblado obrero y que sobresale por su cierre perimetral, constituido por muñecos de colores, por su entrada colorida, imitando a un juego y por su antiguo puesto de vigilancia, con forma de una seta. La iglesia de Santa Bárbara, en las proximidades, destaca porque, a diferencia de otros templos, la torre no mira al Este. En el interior del templo maravillan las pinturas de Clavo y un retablo renacentista (1521) traído de Tubilla del Lago, una localidad burgalesa con la que este año, por cierto, habrá un intercambio cultural también promovido por el Club Popular por eso del 60º aniversario. Sobre el retablo, además, habrá una exposición.

La ruta pasa por la bolera de modalidad cuatreada cubierta y ahora algo abandonada, según los jugadores. Del "padre" de esta zona de juegos, el arquitecto Somolinos, también se hablará en Llaranes en los próximos meses. El itinerario regresa a la calle Oviedo, la calle principal. Y vuelve a adentrarse entre pabellones que son historia. Por el valor que tienen, Rubén Domínguez hace un llamamiento a la conservación de las viviendas. Y también a la administración local: "Se invierte solo en el casco histórico. Apuesto a que cuando fueron a Fitur (Feria de Turismo de Madrid) no llevaron información del barrio".

Pero para eso están los vecinos, orgullosos de vivir en un barrio museo. Tanto es así que este año van a sacar una tirada de 1.000 folletos con la historia de un barrio que casi a contrarreloj pasó de 300 habitantes a más de 8.000, cada uno llegado de un punto del país. "Vamos a editar un libro de fotografías antiguas y un cómic en asturiano, todo con motivo de los sesenta años", apunta Rubén Domínguez. Se dice que el "cumpleaños" del poblado es el 1 de noviembre, día que se bendijo la iglesia, pero los actos impulsados por el Club Popular ya han comenzado a celebrarse. En los próximos meses se esperan sorpresas -algunas de actores de renombre vinculados en cierta medida al barrio-, y no es para menos. Llaranes es, al tiempo, indicio de que Avilés se sobrepone demográficamente al bofetón del ajuste siderúrgico y, por otra parte, el poblado obrero se ha convertido en el mejor yacimiento para leer la historia reciente de Avilés.

Tal vez el próximo capítulo sea el de un barrio de productores abierto al turismo como New Lanark (Escocia), porque está claro que los de Llaranes tienen mucho patrimonio que enseñar y están dispuestos a hacerlo.

Compartir el artículo

stats