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LUIS SUÁREZ SARO | RESTAURADOR Y PROFESOR DE LA ESCUELA SUPEIOR DE ARTE

El médico del patrimonio asturiano

Cual ángel de la guarda, el experto alerta de la deficiente conservación de las iglesias más antiguas de Avilés

Luis Suárez Saro, en los caños de San Francisco, que él mismo restauró. MARA VILLAMUZA

Dice Luis Suárez Saro (Oviedo, 1961) que el restaurador es el médico del arte, el que salva obras que llegan a sus manos como el facultativo que saca adelante al enfermo que acaba en la unidad de cuidados intensivos. En esos términos, este ovetense con raíces llaniscas es el médico especialista del patrimonio artístico asturiano. Su conocimiento y sus manos han devuelto el lustre a los Caños de San Francisco, a la vitrina de la escalera del Ayuntamiento de Avilés o al retablo de San Martín de la catedral de Oviedo, solo por poner unos ejemplos. En el ámbito artístico asturiano subrayan que es toda una autoridad en restauración y conservación y en la Escuela de Arte reconocen la fortuna de contar como docente con este artista, que ha recuperado más de un centenar de grandes obras y que afronta cada una que llega a sus manos con la misma ilusión de un principiante.

Fue a los 15 años cuando Suárez Saro, que fue alumno del colegio de La Gesta y del instituto Alfonso II, decidió que lo suyo era la restauración. En su casa (es hijo de Joaquín Suárez Fonseca, el arquitecto que proyectó el edificio de La Jirafa y discípulo de Menéndez Pidal en temas de patrimonio) vio como cobraban vida unos cuadros en estado deplorable. "Me pareció un milagro cómo los habían recuperado, algo mágico. Siempre tuve claro que estudiaría Bellas Artes, pero fue ahí cuando decidí hacerme restaurador", explica.

Hizo la carrera en Bilbao, por la especialidad de Restauración, y ya entonces tenía ofertas para quedarse en la Universidad de Deusto o para trabajar en México. Decidió volver a Asturias y puso en marcha un estudio con dos compañeras, un trabajo como autónomo que no tardó en compaginar con la docencia. Le surgió la oportunidad de sumarse a la lista de interinos de la Consejería de Educación, que buscaba profesores de dibujo, y para mantenerse en ella se presentó a una oposición en Madrid. La sacó a la primera. Era el verano de 1988. "Di clases en Secundaria hasta 2001 y pedí una excedencia voluntaria cuando estaba en el instituto de La Luz para centrarme en la restauración, que entonces tenía mucho auge. Al año siguiente se puso en marcha aquí en Avilés la Escuela Superior de Arte, no había profesionales de restauración y me llamaron para colaborar. El primer año estuve con cursos externos y prácticas, el segundo volví a la lista de interinos de la Consejería para dar clases y pasé a llevar el departamento de Restauración. Y hasta hoy", explica Suárez Saro, que forma parte del grupo español del Instituto Internacional de Conservación .

Ha participado en más de un centenar de intervenciones artísticas, pero destaca cuatro: por ser la primera, la del retablo de San Martín de la Catedral de Oviedo (hubo que desmontarlo entero y volver a montarlo); por sentimiento, el retablo de la Basílica de Llanes, de 1516, "plateresco de primera fila en Asturias"; y por su complejidad y calidad, los proyectos de restauración de la iglesia de Santa Marina de Puerto de Vega y de la Colegiata de Salas (este último trabajo, que realizó de la mano de Jorge Hevia y Cosme Cuenca, se llevó el premio Europa Nostra de Restauración).

"Los trabajos en la iglesia de Santa Marina duraron un año. Es un templo que por afuera no llama la atención por su arquitectura sobria, pero cuando entras es increíble por sus dimensiones, sus proporciones ligeras, su órgano -quizás el más antiguo de Asturais- y el conjunto de retablos de José Bernardo de la Meana", explica.

Como colofón, participó hace un par de años en la intervención en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, un trabajo minucioso a cargo de un equipo disciplinar en el que le correspondió la dirección de restauración.

¿Y cómo ve el médico del arte el patrimonio avilesino? "La fachada de la iglesia de los Franciscanos es de gran calidad y su estado de conversación es paupérrimo. Necesita una intervención seria, sobre todo en las portadas, tanto en la gótica como en la románica. Y lo mismo ocurre con las portadas de la iglesia vieja de Sabugo. Requiere al menos de un conservación y de un plan para frenar los deterioros que presenta hasta que se pueda intervenir en ella", sostiene.

Suárez Saro, que también imparte cursos de posgrado en la Universidad de Oviedo, siempre luce un pin, es como una seña de identidad. "No los colecciono ni nada, son personalizados y siempre llevan intención, tienen un mensaje que va con mi estado de ánimo. Si gana el Oviedo, pongo el del Oviedo; el otro día que tenía una comilona en una sidrería con unos amigos, me puse un percebe; hoy, por esta entrevista, he elegido el cuadro más pequeño que he hecho en mi vida", explica uno de los médicos más destacados del patrimonio artístico asturiano.

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