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A dos pasos | San Cristóbal (I)

Donde había cuadras ahora hay chalés

La "burbuja" inmobiliaria de la última década cambió la fisonomía del barrio de San Cristóbal, donde ahora viven casi mil vecinos más que en 2005

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Reprotaje en San Cristóbal

San Cristóbal está entre dos aguas, las de la ría de Avilés y las del Cantábrico en Castrillón. Esta ubicación privilegiada llevó a la pequeña parroquia a tener uno de los títulos más codiciados allá por 1996, el de "Barrio más guapín de Avilés". Pero ahí no se quedó la cosa. El barrio fue centro de la diana en pleno desarrollo urbanístico, y la llamada "burbuja inmobiliaria" cambió la fisonomía original de San Cristóbal. Donde había cuadras se levantaron chalés: las fincas de terreno llano donde pastaban vacas pasaron a estar muy codiciadas por gentes sobre todo de Avilés y Castrillón que deseaban construir viviendas tan cerca de la ría como del mar, en un entorno tranquilo y bien comunicado.

"Llevo viviendo en San Cristóbal desde que me casé. Muchos de los vecinos de siempre, de los de toda la vida, ya murieron y a los nuevos apenas los conocemos. Viven en caseronas con unos cierres tan altos que es imposible ver a nadie", manifiesta Abundio Martínez Coronado, un hombre que llegó a la calle So la Iglesia hace ya varias decenas de años. Y de San Cristóbal no se piensa ir. Asegura con humor: "Aquí los mayores tenemos todos los servicios necesarios: asilo, tanatorio, iglesia y cementerio". Razón no le falta. En terreno de San Cristóbal está la residencia Santa Teresa Jornet, popularmente conocida como el asilo, y también el Tanatorio de Avilés. La iglesia y el cementerio distan entre sí solo unos pasos.

Pero los nuevos vecinos acudieron a San Cristóbal sin pensar en la parca sino todo lo contrario, como es de esperar. Jesús Mariño Fernández ha sido testigo de la llegada de caras forasteras a la parroquia. "Durante un tiempo las fincas se vendían como churros, pero esto cayó en picado. Hace cinco años el metro cuadrado se vendía a 35.000 pesetas (210 euros) y ahora se piden 10.000 (60 euros) y no hay comprador", explica Jesús Mariño Fernández, un anciano nacido en Miranda y casado en San Cristóbal que todavía dobla el lomo para segar su huerta a guadaña. Emilio Manuel Granda López le da la razón. "Yo soy de aquí de toda la vida y durante unos años se construyeron muchos chalés. Tanto es así que pasamos de ser cuatro casas a un montón. Pero de cada diez vecinos a siete no los conocemos", precisa.

San Cristóbal de Entreviñas es una de las parroquias de Avilés que ha ganado más población en los últimos años pasando de unos 1.113 residentes en el año 2005 a casi 2.000 en 2015, según recoge el Sadei. Además de los nuevos vecinos que han construido casonas, en el cómputo también se suman las viviendas de Valgranda, que pertenece a San Cristóbal al igual que Gaxín. "Cuando era pequeño en San Cristóbal había cuatro casas y ahora se cuentan por decenas", explica Carlos Santomé, que desea transformar una vieja casa-cuadra en vivienda manteniendo el corredor original. "El fallo de San Cristóbal es que se necesita el coche para todo, y lo bueno es que los niños pueden jugar y correr sin problema por los praos", dice.

En San Cristóbal hay actualmente cinco restaurantes y una pequeña tienda de comestible ya en la urbanización de Coto Carcedo. En las inmediaciones de la parroquia hay varios centros educativos, como el Paula Frassinetti, al que acuden muchos críos del barrio. Y también un Club, el de Tenis, en La Sablera, con más de 40.000 metros cuadrados de instalaciones deportivas y lúdicas. El velódromo de Avilés está igualmente en esta parroquia de dos aguas. "San Cristóbal mola y el único problema es que para hacer la compra hay que bajar a Avilés", reiteran los vecinos que defienden a capa y espada este barrio que mira a la ría y al mar desde la "Atalaya" que da nombre a la asociación de vecinos que lidera Luis Francisco Fernández.

Los "contras" de la parroquia, a juicio de los lugareños, son pequeñas faltas sobre todo relacionadas con el alumbrado. La seguridad es harina de otro costal. Muchos parroquianos reivindican mayor presencia policial si bien la mayoría dispone de sistemas para disuadir a los cacos, bien perros bien alarmas de seguridad. A los vecinos también les gustaría que de tanto en cuando se colocara un radar móvil en determinadas calles de la parroquia para "cazar" a los conductores amantes de la velocidad y que se arreglara alguna carretera. San Cristóbal es un constante cruce de caminos, algunos compartidos por Avilés y Castrillón. Piden también más aceras o, mejor aún, apostillan, carriles "bien diferenciados" para las decenas de personas que cada día eligen San Cristóbal para practicar deporte a pie o en bicicleta. Es el caso de Gustavo Medrano, un vecino de la avenida de Alemania que siempre que puede recorre el barrio con su perra "Jara": "San Cristóbal es un sitio tranquilo sin apenas tráfico por las calles del interior y da gusto pasear por aquí", manifiesta. Conchita Fernández González también es fiel a San Cristóbal: "Me gusta esta zona".

A los caminantes avilesinos y castrillonenses en San Cristóbal hay que sumar también a los peregrinos que día sí y día también recorren la parroquia siguiendo las flechas amarillas que llevan a Santiago.

La mirada de los vecinos: San Cristóbal, un alto en el Camino

Los peregrinos que caminan hacia Santiago por el Camino del Norte suelen hacer un alto en San Cristóbal. Los vecinos están orgullosos de poder enseñar su parroquia a los senderistas que atraviesan La Sablera y el Campo del Conde hacia la avenida del Campón ya en Salinas (Castrillón). Cada día, sobre todo entre marzo y septiembre, son decenas los caminantes que recorren las calles de la parroquia.

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