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DANIEL ALBALADEJO | Actor, protagoniza el monólogo "Malvados de oro"

"El malvado tiene que existir y él lo sabe, por eso atrae tanto a los espectadores"

"Trabajar con Juan Mayorga ha sido para mí el mejor regalo del mundo"

Daniel Albaladejo, en una anterior visita a Avilés. MARA VILLAMUZA

Daniel Albaladejo (Cartagena, Murcia, 1971) es el protagonista único de "Malvados de oro", un monólogo con el que recorre a los malos de los siglos de oro con la única herramienta de su propio talento. "Porque estoy solo", aclara. El soliloquio se presenta el viernes que viene en el club del Niemeyer. Albaladejo estuvo casi dos años en "Reikiavik", de Juan Mayorga, que se estrenó en España en Avilés en marzo de 2015. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

-Echa a andar en Avilés estos "Malvados de oro".

-En realidad no. Presentamos el monólogo en el Festival de Almagro. Estuvimos un par de días, pero llegó "Reikiavik" y tuvimos que aparcar este espectáculo. Revive la función ahora en el Niemeyer. Antonio Ripoll nos vio en el patio de los Fúcares y fue el que nos animó a seguir con el proyecto. Y a ello nos pusimos.

-Lo que hacen es dar voz a los malos de los siglos de Oro.

-La idea surgió cuando José Bornás y yo vimos "Los villanos de oro", en 1998. Bornás es, como yo, cartagenero. Él se licenció en la Real Escuela de Arte Dramático. Habíamos llegado a Madrid en 1997. O sea, cuando vimos "Los villanos de oro" éramos nuevos. Jesús Laíz fue el encargado de organizar la idea que teníamos entre manos. Le presentamos el proyecto a Natalia Menéndez y nos lo aceptó. Así que estrenamos allí, en Almagro.

-¿Con cuántos malos se junta?

-Un montón: el del "Condenado por desconfiado", los de "Fuenteovejuna", el padre y el hijo de "La vida es sueño", la Serímanis, el duque de Ferrarra y hasta con el Anticristo, de Ruiz de Alarcón. Este personaje lo recuperamos porque sólo se representó una vez en medio del siglo XVI y ya está.

-¿Qué tienen los malvados?

-Esa es una de las preguntas que nos hacemos con el espectáculo. Siempre se ha dicho que es más divertido hacer a un malo que a un bueno, pero eso también le pasa al espectador. El malvado tiene que existir, y él lo sabe; por eso atrae siempre a los espectadores. Nos metemos en el espectáculo en este debate, pero también en la cocina del actor: cómo se va de un personaje a otro. Son los héroes y los antihéroes. Además también presentamos un pulso entre los personajes isabelinos y los de la literatura española.

-¿Y cuál prefiere?

-A Basilio y a Segismundo, los de "La vida es sueño": el malo que se hace y el que nace. Uno mete en una cueva a su hijo haciendo caso a una premonición y dejándolo libre para que todo aquello que estaba previsto se cumpliera mientras que el otro, educado en esa cueva, sólo actúa como un vengador. Siempre hablamos de la maldad del rey Claudio frente a Hamlet, pero ésta tampoco está tan mal.

-Dos años enteros con "Reikiavik".

-Hace nada que nos despedimos y ahora César Sarachu, Elena Rayos y yo nos echamos mucho de menos. Date cuenta: dos temporadas en Madrid, una gira. Representamos en Craiova, en Rumanía. Hace unos días nos despedimos en Alcalá de Henares. Esta mañana hablé con Sarachu, que acaba de presentar "En la orilla". Me ha dicho que en unos meses estará en Avilés.

-Sí, sí.

-Trabajar con Juan Mayorga ha sido para mí el mejor regalo del mundo.

-¿Y ahora?

-Ahora negociando algunas cosas a ver si salen: volver a la Compañía Nacional de Teatro Clásico. O con Mayorga. Siempre decimos qué podríamos hacer, pero todavía falta para regresar.

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